En Córdoba, el Blanco y Verde que da nombre al restaurante se asociaría de inmediato a los característicos del cordobesismo, pero en este establecimiento de Periodista Quesada Chacón hay que irse a Conil de la Frontera para conocer su origen, Y es que buscando cómo ... llamarlo, sus propietarios pensaron en las alegrías que ese pueblo gaditano les había dado en sus viajes. Allí hay un local llamado así que les gustaba y decidieron hermanarse en blancoverdismo.
Juana Jiménez como cocinera y José Motiño son los responsables de este café, bar y restaurante que empezó su andadura cuenta con Sebastián Roldán como otro de los encargados de la cocina. Los primeros fueron responsables de dos establecimientos llamados con el apellido de José. Y así hubo un primer Motiño en la Avenida de Barcelona y otro más tarde en Cañero. El propio José contaba con una larguísima experiencia en hostelería, habiendo trabajado desde muy joven en lugares como Casa Pepe de la Judería, Casa Pedro, entre otros muchos. “Y él fue el que me metió a mí”, bromea Juana Jiménez. Por su parte Sebastián Roldán, a pesar de su juventud, ha trabajado en Sevilla en el Mesón Cinco Jotas, Hotel Barceló y más tarde en una residencia de ancianos.
Sebastián Roldán y Juana Jiménez
Como explica Jiménez querían abarcar más, y para ellos se fueron a esta parte de Ciudad Jardín, escogiendo un sitio de amplio interior y con una buena terraza, que por su situación puede presumir de ser una de las más frescas de Córdoba y desde luego con más aire , algo que agradecer en los largos y calurosos veranos de la ciudad, que empiezan en primavera y terminan en otoño y a este paso abarcarán el invierno como nos despistemos. El interior contó con una gran reforma que llegó a la decoración personal del techo, contando además con mucha luz y ventanas.
Y como querían abarcar más la cosa empieza desde el desayuno, a las 7.30. A las tradicionales tostadas se suman los jeringos cuando hace menos calor. La carta es tradicional, se respetan las recetas de toda la vida pero cuenta con toques creativos centrados en las presentaciones y decoración de los platos.
No faltan superclásicos cordobeses como el salmorejo, la mazamorra, flamenquín, cogollos con ajito o rabo a la cordobesa . Hay revueltos, verduras y ensaladas, guisos como callos, manitas o carrillada. También pescaíto frito o en adobo y croquetas de puchero para los croqueteros. Churrasco, presa ibérica, chuletitas de cordero o puntas de solomillo destacan entre las carnes. En general un carta tradicional amplia para un público igualmente amplio que puede ir a pizcar, tapear, o bien almorzar y cenar con más enjundia. Se pone además una tapa con la consumición.
Blanco y verde tuvo la mala suerte, como tantos negocios incipientes, de toparse con el confinamiento de la primavera de 2020. Apenas habían empezado tres meses antes. A eso se le sumaron algunos problemas de averías posteriores. En este verano de 2021 casi se le podría considerar todavía de estreno para los cordobeses a causa de estas vicisitudes. Habrá que aprovecharlo.
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