Suscribete a
ABC Premium

Familia

«Los políticos temen pedir a los votantes que tengan más hijos»

El consultor Alejandro Macarrón insiste en la gravedad de no incentivar la natalidad

«Los políticos temen pedir a los votantes que tengan más hijos»

laura peraita

No son pocas las voces que alertan sobre la «peligrosa» evolución de la demografía en nuestro país. Existe un dramático déficit de nacimientos, mientras la población está cada vez más envejecida. Y las perspectivas no son nada halagüeñas. «Esta situación conduce a un envejecimiento acelerado de la población, principalmente por falta de savia joven, y a una tendencia a la despoblación que ya se da en amplias zonas de España, como Asturias, Galicia o Castilla y León —explica Alejandro Macarrón, consultor de estrategia empresarial y autor del libro "El suicidio demográfico de España"». Además, con la crisis económica, hemos pasado de ser un país atractivo para la inmigración a otro del que se va más gente (nacional o extranjera) de la que entra para asentarse aquí».

Urge un repunte de la natalidad

Todavía no se han publicado las cifras oficiales de población correspondientes a 2012, pero las estimaciones no pueden ser peores. Todo apunta a que, casi con toda certeza, el año pasado ha sido el primero en que hemos perdido población desde el dramático 1939, el último de la Guerra Civil.

Lo más preocupante de nuestra perspectiva demográfica deriva de la tasa de fecundidad, «tan baja que hace que cada nueva generación de españoles sea un 35% o 40% menos numerosa que la anterior, lo que nos sitúa en una lenta espiral de la muerte como pueblo de la que sólo saldremos si repunta la natalidad», asegura este consultor de estrategia empresarial.

De seguir así, las consecuencias son nefastas. Alejandro Macarrón añade que la economía estará lastrada en sus aspectos clave por la demografía: caída del consumo y de las inversiones; problemas de pago de las pensiones y sanidad para un creciente número de jubilados; desvalorización de las casas y otros activos por falta de demanda. «La democracia estará distorsionada por una masa creciente de votantes cuyo principal interés bien puede ser que la población activa le aporte el dinero preciso para su pensión y cuidados médicos. Y en el ámbito privado da pena pensar en unas familias más y más reducidas, hasta el punto de que cada vez más gente no tiene hijos, hermanos, primos…».

Pero, si se trata de un asunto de tanta importancia, ¿por qué no se le presta por parte de los gobiernos la atención necesaria? Macarrón considera que hay, al menos, tres razones. La primera es que no se trata de un asunto a corto plazo, que es el que rige la política actual. «Algunas corrientes políticas se oponen a la natalidad y la familia de toda la vida por ideología. Y en general, los políticos tienen miedo a incomodar a los votantes que no tienen hijos, o que apenas los tienen, si dicen alto y claro "España necesita más niños". Pero los necesitamos».

Sin embargo, no es fácil fomentar la natalidad en el momento actual. Para ello, sería necesaario que se pusieran en marcha algunas medidas y la primera de ellas pasaría por tomar conciencia del problema y su enorme gravedad. A partir de ahí, «necesitamos recuperar el gusto de tener hijos por lo maravillosos que son —insiste Aleandro Macarrón—. Sería muy bueno lograr que la gente adelante la edad a la que tiene el primer bebé (en 1977, las mujeres tenían el primer hijo de media a los 25 años. Ahora, a los 31, y muchos ya no pueden). Y el Estado tiene que reconocer con deducciones en el IRPF y la Seguridad Social, y pluses en pensiones, en función del número de hijos, el esfuerzo y mérito que aporta a la sociedad quien los tiene».

Mayor financiación

También apunta que el Estado puede ayudar en áreas como la financiación, aún insuficiente, de los tratamientos de fertilidad para la gente que sí quiere tener hijos. Y en general, debería apoyar las pocas iniciativas públicas y privadas a favor de la natalidad, y tener en cuenta la importancia crucial de esta en las leyes relacionadas con ella, como la del aborto u otras.

El problema demográfico afecta en mayor o menor medida a otros países del mundo, por lo que el autor de "El suicidio demográfico de España" considera que no hay ningún país en concreto que nos pueda servir como modelo a seguir. «Es cierto que Francia o Suecia están menos mal que nosotros en relación con la tasa de fecundidad, pero, en parte, gracias a costosas ayudas públicas que están estimulando de forma muy especial la natalidad de los inmigrantes extranjeros, gran parte de ellos musulmanes. Pero no parece que sea un asunto fácil que ellos y sus descendientes se integren bien», concluye.

«Los políticos temen pedir a los votantes que tengan más hijos»

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación