Adele, entre los bolsos de Chanel y la operación bikini

Las fans de Adele están divididas por una cuestión de peso. La cantante de mayor éxito desde Amy Winehouse ha roto un juramento tácito que daba esperanzas e ilusión a miles de seguidoras, que vieron en ella la demostración de que se puede llegar a lo más alto sin ceder a los cánones de belleza imperantes en el mundo del pop. Sí, Adele ha decidido adelgazar. Mucho. Y rápido.

Para más inri ha dado la razón a Karl Lagerfeld , cuyos ataques fueron rápidamente contestados y moralmente vapuleados por la fiel hinchada de la británica, que no toleró que el diseñador la llamase literalmente «gorda» en una revista francesa. Consiguieron crear tal presión en las redes sociales que Lagerfeld terminó emitiendo una disculpa pública —acompañada del envío de una carísima colección de bolsos Chanel para la londinense—. Pero ahora es él quien ríe el último.

Adele ya había hecho gala de su satisfacción con su aspecto físico en varias ocasiones, con frases como «nunca he creído que tenga que parecerme a las chicas de las revistas para tener éxito», y no dudó en contestar al insulto defendiendo sus curvas y erigiéndose como representante de «la mayoría de las mujeres». Pero a los pocos días de la disputa mediática con el excéntrico diseñador inició una severa dieta basada en comida vegetariana, pilates y ejercicio físico con la que ya ha perdido más de seis kilos.

Según han relatado algunos de sus amigos cercanos, la artista «está bastante preocupada por dar una imagen equivocada a sus fans femeninas» con este régimen, pero el cambio ha sido radical: recibe a un entrenador personal dos veces a la semana en su casa, ha dejado de fumar, sale a correr con su amigo Alan Carr mientras sacan a los perros, y está totalmente decidida a perder dos tallas más antes de que se le eche encima el verano.

Algunas cantantes, como Beth Ditto (de Gossip), sacan partido a su sobrepeso durante la larga travesía hacia el éxito —tiene varios contratos con agencias de moda y empresas de cosméticos—, pero, igual que nuestra Rosa de España en su momento de gloria, Adele ha sucumbido a la tentación de tomarse su revancha.