PERFIL
Ribera, la mentora verde y número dos poco conocida de Sánchez
La relación entre ambos se remonta una década atrás, cuando la hoy vicepresidenta tercera asesoraba en cambio climático al entonces joven diputado socialista
En la última legislatura ha estado al frente de la negociación de la excepción ibérica para España y Portugal dentro de la Unión Europea
Teresa Ribera es la vicepresidenta tercera del Gobierno de España y titular de Transición Ecológica, cartera que ocupa desde hace cinco años, pues es una de las escasas ministras que sobrevive desde el primer Ejecutivo de Pedro Sánchez, el conformado inmediatamente después de la ... moción de censura de 2018 contra Mariano Rajoy. Pese a ello, y según los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre el grado de conocimiento de los miembros del Gobierno, casi uno de cada dos españoles, más del 40%, no sabe quién es.
Ese alto grado de desconocimiento entre la ciudadanía (un mal que aqueja a buena parte de los sentados en la mesa del Consejo de Ministros) no ha impedido que Pedro Sánchez la elija como número dos de la candidatura que él mismo volverá a encabezar por Madrid, mientras que en el número cuatro estará otra de las ministras que desde el principio ha estado a su lado, la titular de Defensa, Margarita Robles, tal y como adelantó este lunes la Cadena SER.
De todos los premios que el secretario general socialista puede otorgar a la hora de elaborar las listas electorales (que el Comité Federal, máximo órgano entre congresos, aprobará definitivamente este próximo sábado) el de número dos por Madrid es sin duda el más distinguido. En 2019 fue Carmen Calvo, entonces vicepresidenta primera del Ejecutivo y ahora relegada a ser la cabeza de lista por Granada, y en 2016, con Sánchez aún como líder de la oposición, la citada Robles, incorporada como independiente por el recién llegado al liderazgo socialista.
Con el nombramiento, y dado que otra figura que podría haber sido idónea para ocupar ese lugar inmediatamente posterior al del candidato a presidente del Gobierno, la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, ha rechazado ir en las listas, Sánchez refuerza a una de sus más fieles colaboradoras. Pero en realidad, mucho más que eso. El jefe del Ejecutivo tiene una estrecha relación desde hace tiempo con varios de sus ministros.
La citada Robles, sin ir más lejos, el titular de la Presidencia, Félix Bolaños -uno de los socialistas que siempre estuvo a su lado en los peores momentos, cuando en 2016 dimitió para luego volver al año siguiente y recuperar la secretaría general tras ganarle las primarias a Susana Díaz- o con los titulares de Interior y Educación, Fernando Grande-Marlaska y Pilar Alegría. Pero Ribera tiene algunos puntos más en la relación con el líder socialista, y una 'auctoritas' sobre él que poca gente, dentro y fuera de Moncloa y Ferraz, posee.
Para entender por qué hay que remontarse justo una década. A principios de 2013, Mariano Rajoy estaba al frente de su primer Gobierno, gozando de la mayoría absoluta obtenida en las elecciones generales de noviembre de 2011. En aquel momento, la hoy presidenta del PSOE Cristina Narbona (un cargo formalmente por encima del secretario general, pero que siempre ha tenido un carácter simbólico u honorífico) presidía la comisión mixta de Cambio Climático del Congreso de los Diputados y el Senado, cuando fue nombrada consejera del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), algo que chocó entonces a muchos por su conocida postura en contra de ese tipo de energía. Narbona renunció, como debía, a su acta de diputada para afrontar su nueva misión y, al correr la lista del PSOE en Madrid, entró como diputado un tal Pedro Sánchez Pérez-Castejón, antiguo concejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid y persona que entonces se desempeñaba como trabajador autónomo como profesor de Economía en la Universidad Camilo José Cela de Madrid y como tertuliano de diversos canales de la entonces emergente Televisión Digital Terrestre (TDT).
El portavoz socialista en la citada comisión parlamentaria de Cambio Climático, José Segura, pasó a presidirla en sustitución de Narbona, y de nuevo beneficiándose del corrimiento del escalafón en el Grupo Socialista, Sánchez Pérez-Castejón, a sus cuarenta años, se convirtió en portavoz de su partido en la materia. Fue entonces cuando, como suele ocurrir con los diputados novatos, necesitó pertrecharse de conocimientos sobre esa materia, y a través del PSOE conoció a Teresa Ribera (Madrid, 1969), quien había sido secretaria de Estado de cambio climático con José Luis Rodríguez Zapatero, quien creó ese cargo en su segunda legislatura, mientras que en la primera, entre 2004 y 2008, Ribera se había desempeñado como directora general de la Oficina Española del Cambio Climático.
El pupilo y su mentora verde, de la misma generación y madrileños ambos, comenzaron a trabar entonces una estrecha relación política y de amistad que dura hasta hoy, y que puede que no escriba su último capítulo con su designación como número dos socialista por Madrid, ocurra lo que ocurra en las elecciones generales del próximo 23 de julio. La combinación era perfecta, Sánchez recibía un 'máster' acelerado en el emergente sector de las nuevas energías y de la transición energética, y Ribera, con un perfil que siempre ha cultivado de tecnócrata, mantenía su vínculo con el partido gracias al cual había llegado a altos cargos en la Administración del Estado.
Un año después de trabar contacto con Sánchez, Ribera, licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y alta funcionaria, pues pertenece al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado, se convirtió en directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales, un organismo con sede en París al frente del cuál estuvo durante cuatro años, hasta que fue nombrada ministra por Sánchez en junio de 2018.
Allí afinó su especialidad en la transición ecológica y afianzó sus contactos con los grupos y organizaciones vinculados a las energías renovables. De la importancia estratégica de su cartera da cuenta que en la que en la última legislatura ha estado al frente de la negociación de la excepción ibérica para España y Portugal dentro de la Unión Europea (UE) para limitar el precio de la luz y el gas y que, más recientemente, está siendo el azote de la Junta de Andalucía ante el plan de regadío para Doñana que pretender impulsar el Partido Popular (PP) y Vox, y que ya ha superado una primera criba en el Parlamento andaluz.
Y de lo codiciado de esa área en el Gobierno da cuenta que en 2019 y cuando PSOE y Podemos no se ponían de acuerdo -lo que llevó a una investidura fallida de Sánchez y a la repetición electoral en noviembre de ese año- fue una de las carteras que con más ahínco reclamó el entonces líder morado, Pablo Iglesias. Hasta el portavoz del PNV, Aitor Esteban, hubo de instruirle desde la tribuna del Congreso, durante el citado debate fallido de investidura, de la importancia estructural y estratégica que tiene el Ministerio de Transición Ecológica. «Pensar en darle un ministerio como Transición Ecológica, con las implicaciones en el mundo económico, en el ámbito fiscal, en el ámbito también de empleo que tiene, a una fuerza como la suya, que no ha gobernado nunca… sinceramente: no es real. Y sabe que, como Hacienda, es el clavito del abanico del Gobierno», le aleccionó el peneuvista al líder morado de manera gráfica en aquella ocasión.
Mucho se especula sobre el futuro de Sánchez si el 23J le desaloja del poder, y algunas de esas cábalas, como la de que pudiera ser el próximo secretario general de la OTAN, ya han sido desmentidas airadamente por el presidente del Gobierno, que se refirió a ello esta misma semana tildándolo de «bulo». Sin embargo, algunos apuntan a que la materia de las nuevas energías pudiera ser el campo de mayor interés del eventual expresidente, siempre aliado en ese camino a su antigua mentora, Teresa Ribera.
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