Educación decide el futuro del curso escolar entre presiones para finalizarlo

La postura de la consellería que dirige Carmen Pomar es no descartar un regreso a las aulas para que alumnos y docentes puedan compartir «algunas jornadas lectivas» , un regreso a la normalidad que «sería positivo no solo desde un punto de vista académico sino también de bienestar emocional». En todo caso, esa será una medida que se adoptará «si las condiciones sanitarias lo permiten», y las mismas fuentes señalan que el desarrollo del tercer trimestre, el que debería haber empezado después de la Semana Santa, «debería definirse con el mayor consenso posible» entre Comunidades y Ministerio «para que quede garantizada la mejor atención a la comunidad educativa».

La postura de la comunidad educativa es radicalmente la contraria. A última hora del lunes, cinco sindicatos y las dos principales Anpas de Galicia remitían a la Consellería un texto consensuado en el que solicitaban que se diera por concluido el curso, que no se retomara la docencia en los meses que quedan, y que se realice una evaluación sobre el trabajo realizado por los alumnos hasta el 13 de marzo en que se suspendieron las clases, de manera que no se tengan en cuenta nuevos contenidos ni sea necesario realizar más exámenes.

«Todo lo hecho después del día 13 de marzo es importante, pero académicamente no pasó» , defiende Fernando Lacaci, presidente de la Federación de Anpas de Galicia, una de las firmantes. «Hay una brecha digital importante y no todo el alumnado está pudiendo atender a la formación online», explica Luz López Pérez desde CC.OO., «esta tercera evaluación debe ser empleada para implementar contenidos, repasar, reforzar, pero sin ampliar contenidos».

Las causas de esta brecha son socioeconómicas —no todas las familias pueden dotar a sus hijos de un ordenador e internet para conectarse— pero también geográficas, ya que en el territorio hay zonas del rural sin cobertura de redes 4G o un ancho de banda de una mínima calidad para una formación online. «Para no dejar a nadie atrás, es importante que el curso que viene volvamos al 13 de marzo, y haya que volver a contenidos, materias y explicaciones» que quedaran pendientes, explica Lacaci. Es decir, que las materias que no se pudieron impartir en este final de curso formen parte del currículo del próximo curso e incluso del siguiente, distribuyéndose la carga de contenidos en dos ejercicios.

El problema reside, reconocen tanto sindicatos como Anpas, en 2º de bachillerato y la FP. La primera, condicionada por la EBAU, no puede posponer contenidos, aunque la Selectividad sí puede «adaptarse a las materias dadas hasta el 13 de marzo», plantea Paula Carreiro (UGT). «Cuestión aparte es que se pueda hacer la EBAU», para lo que reclaman a la Xunta las máximas garantías sanitarias para los alumnos. Y de paso, un recado a las universidades: que no descarten dedicar el arranque del próximo curso a abordar materias que quedaron sin impartirse en bachillerato y que son necesarias para sus nuevos alumnos. «Los profesores de universidad van a tener que bajar de la palestra» , entiende Carreiro.

La FP tiene problemática específica. «No se pueden dar por aprobadas prácticas que no se realizaron , no somos partidarios de un aprobado general», aclara la responsable de Comisiones, «flaco favor hacemos a la calidad de la enseñanza si lo damos por aprendido». Desde UGT abogan por «adaptar los módulos al próximo curso» pero, reconociendo que «cada ciclo formativo es un mundo», delegan las decisiones en «los profesionales de cada ciclo y los expertos de la Consellería».

Pero lo que no conciben ni padres ni sindicatos es regresar a las aulas para impartir docencia. «No pedimos que empiecen las vacaciones ni para docentes ni alumnado, sino que no se avance en contenidos», puntualiza Luz López, que solo concebiría un retorno a las clases «para imprimir una cierta normalidad en el fin de curso y hacer un borrón y cuenta nueva para pasar al inicio del siguiente», que podría consistir en «juegos», pero nunca «encerrarlos en el aula después de estar encerrados en casa. Que vuelvan unas horas, pero para compartir tiempo con sus compañeros».

«Pedagógica y psicológicamente es injusto para los chavales» , añade Carreiro, «porque ellos no dejaron de trabajar en ningún momento. Necesitan vacaciones». Además, ve «inviable» impartir clases en julio, ya que en ese mes muchos docentes estarán formando parte de tribunales de oposición, si es que la OPE de educación mantiene sus fechas, como pretende la Xunta.