Cataluña, entre seguir en el bucle o comenzar a enterrar el procés
El riesgo de nuevas elecciones en julio, el impacto de la abstención o el alcance del llamado ‘efecto Illa’ son algunas de las incógnitas a despejar este domingo
¿Quién ha ganado las elecciones en Cataluña 2021?
Elecciones Cataluña en directo | Última hora sobre los resultados
Los catalanes acuden este domingo a las urnas en unas elecciones precipitadas por la inhabilitación de Quim Torra el pasado mes de septiembre. Con su voto, los electores tienen dos opciones, perseverar en el proceso independentista o pasar página. En ambos casos, los dos ... bloques detrás de cada una de estas opciones asumen que el equilibrio de fuerzas se mantiene, y que nadie tiene la fuerza suficiente para un giro radical.
En el campo secesionista, y pese a las proclamas y épica habitual en campaña, se tiene claro que un escenario como el de 2017 es ahora mismo irrepetible aunque el voto soberanista rebase el 50% de los sufragios, algo que hasta ahora no han logrado . Del mismo modo, en el campo constitucinalista se asume también que, aunque el PSC pudiese ganar las elecciones, lo más probable es que el soberanismo siga mandando en la Generalitat.
Cataluña seguirá instalada probablemente en el empate político. La perspectiva no es nada estimulante, sin descartar que, en caso de que el secesionismo pierda la mayoría, el bloque constitucionalista no tenga bastante fuerza como para elegir presidente superando el bloqueo ‘indepe’. La perspectiva de una repetición electoral en julio sigue encima de la mesa. Al margen de la gran disyuntiva entre continuidad o cambio, los comicios tienen otras muchas incógnitas que los resultados deberían despejar, desde el impacto electoral de votar en plena tercera ola de la pandemia, al resultado del regreso a Cataluña del exministro Salvador Illa , la pugna por la primacía en la derecha o el resultado del asalto final entre Junqueras y Puigdemont.
El impacto de la pandemia: política real frente a quimeras
La pandemia de coronavirus ha tenido un colosal impacto sanitario y económico en Cataluña, como en el resto de España. Está por ver si la crisis afectará también el comportamiento político de los catalanes. Algunas pistas. El pasado mes de julio el CEO (equivalente catalán del CIS) publicó una encuesta en la que ya se percibía un cierto efecto en la afección popular al proyecto soberanista. Así, el número de entrevistados que consideraban que la relación entre Cataluña y España era el primer problema de la comunidad había caído notablemente, pasando del primer al tercer lugar (del 24,3 al 14,3%) en un podio en el que se disparó la preocupación por la salud (cuestión que pasó del cuarto al primer lugar).
En la anterior oleada del CEO la sanidad era importante para el 6,2% de los catalanes, en verano lo era ya para el 29,4%. Desde el constitucionalismo se celebra, y confía, en que el impacto del Covid-19 haya puesto lo sustancial -la economía, la salud...- por delante de las quimeras.El cambio de prioridades que esbozaba esta encuesta del CEO podría tener repercusión en las urnas, aunque por el momento su principal efecto es una desafección importante hacia los partidos políticos, en general.
Así las cosas, el 45,5% de los entrevistados reconocía en julio que ninguna formación estaba capacitada para dar una buena respuesta a sus problemas. Desde el punto de vista electoral, ello podría perjudicar tanto a ERC y Junts como al PSC y a los comunes por sus responsabilidades en la gestión de la pandemia desde la Generalitat y el Gobierno, respectivamente. ERC, por ejemplo, tiene en sus manos el área de Salud y la responsabilidad sobre las residencias, lo que Junts no ha pasado por alto obviamente.
Abstención diferenciada o impacto general
La participación es otro de los factores clave a tener en cuenta este 14-F. Se da por hecho que una baja participación -se estima que caerá un mínimo de 20 puntos sobre la cifra récord del 79% de 2017- beneficiará a las opciones más extremas (principalmente a Vox y a la CUP), ya que tienen un electorado más movilizado y con una baja participación sacan más rédito de sus apoyos. Que los colegios y centros de votación no se muestren llenos también podría beneficiar al independentismo, cuyo electorado tradicionalmente participa más en cualquier cita electoral, especialmente en las elecciones autonómicas.
Con este panorama, todos los partidos han hecho en esta campaña insistentes llamamientos a evitar la abstención, aunque puede que no todas las llamadas sean sinceras. Antes se desempeñaron también a fondo en la promoción del voto por correo, que ha crecido un 180%. Algunos analistas en el campo no secesionista denuncian una inicial campaña del miedo para desincentivar el voto.
Asalto final al trono ‘indepe’: Junqueras-Puigdemont
Los dos grandes partidos independentistas (Junts y ERC) han protagonizado una lucha fratricida a lo largo de los últimos años. Así, las elecciones de hoy son interpretadas como el asalto final entre dos hiperliderazgos, el de Carles Puigdemont y el de Oriol Junqueras. Algunas encuestas señalan una ligera ventaja para los neoconvergentes , aunque los republicanos les siguen de cerca. En caso de victoria y acuerdo ‘indepe’ los precedentes señalan que el partido ganador ostentará la presidencia de la Generalitat, mientras que el segundo se conforma con la del Parlament y varias consejerías. Más allá de la competencia entre Junts y ERC, el 14-F puede confirmar otra tendencia: la fragmentación del voto secesionista. En estos momentos es casi seguro que habrá tres partidos independentistas en el futuro Parlament (Junts, Esquerra y la CUP) y se les podría sumar también el PDECat, formación que reivindica sin tapujos el legado de Convergència y que aspira a «centrar» el debate soberanista reduciendo la influencia de los antisistema.
Alcance y perspectivas del llamado ‘efecto illa’
Los socialistas encendieron la mecha de las elecciones catalanas del domingo con un golpe de efecto: el ‘fichaje’ de Salvador Illa como candidato del PSC en sustitución de Miquel Iceta. El anuncio, conocido el pasado 30 de diciembre, generó una oleada de optimismo en los socialistas catalanes -hizo fortuna la expresión ‘efecto Illa’-, pero que se ha ido desvaneciendo con el paso de las semanas. Con todo, la candidatura del exministro de Sanidad es, sin duda, uno de los elementos disruptivos que puede transformar el panorama político catalán tras el 14-F. En estos momentos, las encuestas le otorgan la posibilidad de sumar unos 30 escaños y precipitar un triple empate junto a Junts y ERC.
El regreso de Illa a la política catalana también aumenta la exposición del Gobierno de Pedro Sánchez ante los comicios catalanes, ya que el PSOE ha puesto al ministro socialista con mayor exposición mediática y política durante de la pandemia en el centro del tablero catalán.
La irrupción de vox y el reequilibrio de la derecha
Vox se presenta por primera vez a las catalanas con una candidatura encabezada por Ignacio Garriga, actualmente portavoz adjunto de la formación de Santiago Abascal en el Congreso de los Diputados. Las encuestas dan unas buenas perspectivas para Vox, que ha desarrollado una campaña marcada por los choques con el independentismo, que ha atacado sus mítines, llegando a episodios como el vivido en Vic. La irrupción de Vox también puede transformar el reparto de fuerzas dentro del constitucionalismo de derechas en Cataluña, liderado hasta ahora por Cs (36 diputados en 2017). El PP, liderado por Alejandro Fernández, ha tratado de diferenciarse a lo largo de la campaña del «populismo» que ven en los de Abascal, mientras que los de Inés Arrimadas intentarán retener votantes aunque los sondeos les auguran una estrepitosa caída.
Ahondar en la ‘Amnistía’ o pasar página
Más allá de las batallas particulares, las elecciones del 14-F serán un plebiscito entre bucle y cambio. Por una parte, los independentistas prometen seguir ahondando en su propuesta de los últimos años con nuevos señuelos, entre ellos, lograr una «amnistía» para los presos del 1-O. De forma más o menos difusa, Junts, ERC, la CUP y el PDECat siguen prometiendo referendos de independencia , confrontación con el Estado y desobediencia a la Justicia. Por su parte, partidos como el PSC o los comunes apuestan por «apaciguar» el ‘procés’ para pasar página y centrar el debate en la crisis social y económica causada por el coronavirus. Cs, PP y Vox, a su vez, ofrecen una agenda más combativa para desmontar las estructuras y el discurso nacionalista hegemónico.
Escenario de bloqueo y repetición electoral
Se da por descontado que si los partidos secesionistas superan la barrera de los 68 diputados -así lo adelantan los sondeos-, repetirán la fórmula que en distintos formatos mantienen desde 2015. De no ser así, se abren más escenarios. La posibilidad de un gobierno de izquierdas entre PSC, comunes y ERC se antoja difícil, no tanto por el pacto firmado por el independentismo durante la campaña como por la lógica política. De otro modo, la posibilidad de un gobierno constitucionalista, o una investidura de Salvador Illa con el apoyo del resto, es igualmente una fórmula muy compleja políticamente, en tanto que debería cosechar por ejemplo el asentimiento de Vox. En este contexto, la posibilidad de que ni uno ni otro campo puedan superar el voto de bloqueo en la investidura -mayoría absoluta en la primera vuelta, simple en la segunda- podrían conducir a una repetición electoral que, según el calendario, podría producirse a mediados de julio.
Reequilibrios de fuerzas en el congreso de los diputados
El resultado electoral en Cataluña tendrá consecuencias obvias en la política nacional. La capacidad de resistencia de Cs o la hipótesis de que Vox supere al PP son elementos a tener en cuenta. Por parte del Gobierno, también hay mucho en juego. Una derrota de ERC en manos de Junts podría leerse como una amonestación del electorado independentista a la política de diálogo que proclama la actual dirección republicana, siempre volátil a la presión de la militancia, poniendo en cuestión el apoyo de los de Junqueras al Gobierno. Una radicalización del panorama ‘indepe’ en Cataluña podría romper la actual entente y poner en cuestión la agenda de apaciguamiento diseñada por Sánchez -con los indultos como primera etapa-, una recomposición del actual equilibrio en el Congreso que, con los Presupuestos ya aprobados, podría llevar al PSOE a intentar nuevas fórmulas.
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