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La división en el BCE apunta a un final próximo de las subidas de tipos

Varios países, entre los que están Francia, Croacia, Lituania y Grecia, presionan en esta dirección

El BCE prevé «una inflación demasiado alta durante demasiado tiempo» y se anticipan más subidas de tipos

La presidenta del BCE, Christine Lagarde afp
Rosalía Sánchez

Rosalía Sánchez

Corresponsal en Berlín

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Algunos de los representantes de los países de la zona euro en el BCE, entre ellos varios del sur, presionan cada día más en dirección al final de las subidas de tipos de interés. Son los países más endeudados, y las tasas de interés cada vez más altas suponen una carga extraordinaria para los estados, las empresas y los consumidores.

La inflación desbocada había dado la razón a los «halcones» y se había impuesto mayoritariamente en el Consejo de Gobierno la tendencia a endurecer la política monetaria, pero las últimas convulsiones del sector bancario parecen estar haciendo girar el péndulo, si nos atendemos a las declaraciones que desde principios de abril van vertiendo algunos de sus miembros.

El presidente del Banco Central de Francia, François Villeroy de Galhau, comentó el pasado viernes que el BCE había completado en gran medida el endurecimiento de la política monetaria necesaria para frenar la inflación. Desde entonces, sus colegas del Consejo de Gobierno de Grecia, Lituania y Croacia han realizado declaraciones similares.«Hemos recorrido la mayor parte del camino», dijo el pasado 31 de marzo.

«Especialmente después de los eventos recientes, tengo la sensación de que nos estamos acercando al final. No puedo decir que hayamos terminado, que se acabó, pero definitivamente estamos cerca del final«, dijo por su parte el 2 de abril Yannis Stournaras, el gobernador del Banco de Grecia. El lituano Gediminas Simkus ha declarado que «es posible que hayamos cubierto la mayor parte del camino para subir las tasas de interés, pero aún no hemos llegado» y Boris Vujcic, el gobernador del Banco Nacional de Croacia, ha aportado por su parte que »la mayor parte del ciclo de subida de tipos ha quedado atrás«.

Estas declaraciones ponen de manifiesto que el consenso con el que había venido contando Christine Lagarde desde la primera subida de tipos, en julio del año pasado, ha dado ya paso al menos a un estado de opinión dividida sobre cuántas medidas adicionales se necesitan para que la inflación vuelva al 2%.

Los países del norte, en desacuerdo

La agencia Bloomberg afirma que tres o cuatro miembros del Consejo de Gobierno no apoyaron subir la tasa pasiva al 3% en la última reunión, en marzo. Este grupo hubiera preferido esperar a que los mercados financieros se calmaran tras las recientes turbulencias bancarias y todo sugiere que la cifra de partidarios aumentará en la próxima reunión en la Eurotower. Cabe esperar dos aumentos de tasas más, de alrededor de un cuarto de punto cada uno, pero después lo más probable es que el BCE opte por seguir a la espera de resultados de su política monetaria, sin llegar a los topes predichos anteriormente. Incluso el archihalcón Robert Holzmann, que anteriormente abogó por una tasa máxima del 4,5%, ahora parece inclinarse hacia una tasa más baja.

Los representantes de países del norte, sin embargo, están dispuestos a plantar batalla. Alegan que, si bien los precios de la energía disminuyeron antes de lo esperado y es probable que la presión al alza sobre los costos de los alimentos disminuya a partir del tercer trimestre, la inflación subyacente, incluidos los servicios, ha aumentado constantemente en los últimos meses.

Lagarde volverá a encontrarse ante el dilema de dar prioridad a la inflación o a una nueva crisis de la deuda. Los propios bancos centrales europeos están sintiendo los efectos en sus balances e incluso el BCE, cuyo beneficio aumentaba año tras año, es víctima de su propia política. Lagarde se encuentra además ante una peculiar cuestión: los bancos comerciales afiliados reciben ahora intereses sobre sus depósitos en lugar de pagar intereses negativos, mientras que los ingresos por intereses de los bonos del gobierno comprados siguen siendo bajos.

Además, el BCE sufrió pérdidas contables en las reservas de divisas que tenía el año pasado porque el euro estaba más débil. A diferencia de los bonos del gobierno en euros, las pérdidas contables de los bonos del gobierno de EE.UU. tuvieron que cancelarse de inmediato. Los bancos centrales estables son una garantía de que la economía funciona y la moneda se mantendrá fuerte. En principio, un banco central no puede perder liquidez, pero sí puede perder mucha confianza y debe mantener su independencia para poder cumplir con su misión. Y el requisito previo para la independencia financiera es que un banco central esté suficientemente capitalizado en todo momento.

En particular, debe evitarse cualquier situación en la que el capital neto de un banco nacional sea inferior a su capital legal o incluso negativo durante un período prolongado. Si esto sucede, puede limitar la capacidad de acción del banco central. El estado miembro en cuestión tendría entonces que proporcionar al banco central nacional una cantidad adecuada de capital dentro de un período de tiempo razonable para al menos alcanzar nuevamente el capital estatutario.

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