Los clubes, de esclavistas a esclavos

Betis y Sevilla y un viceversa que se hace extensivo a todos las entidades de Primera, se han pasado el mercado de fichajes rezando por poder soltar lastre de sus plantillas, por liberar fichas costosas que permitieran la incorporación de refuerzos. No ha habido manera. Ni con agua caliente se les lograba despegar de su zona confort, ni siquiera asegurándoles el pago íntegro de sus fichas a medias con los clubes receptores.

El Sevilla , por ejemplo, logró colocar a Pozo en el Almería y a De Jong en el Barcelona, este último tras rechazar repetidamente su marcha al PSV, pero se ve en la tesitura de tener que mantener en su plantilla a tipos como Gnagnon o Amadou , felices en su estatus de mediopensionistas. Les importa un pimiento de Padrón de 5.000 shu en la escala de picante pasarse el año en blanco, que en el caso del primero será la segunda temporada con más hamburguesas devoradas que minutos jugados.

En el Betis hubo que pagarle a Sidnei la temporada que le quedaba para poder incorporar refuerzos, pero se encontró con la negativa de William Carvalho a aceptar algunas de las ofertas que llegaron por él, la última del Fulham inglés. Debió pensar que mejor unos minutos en la Liga entonando el «musho Betis», que una temporada completa en la Championship inglesa. Tampoco hubo suerte con Tello, con Joel e incluso con Rui Silva , del que en algún momento, gracias a su cotización en el mercado, se pensó como símbolo de pelotazo.