Almería, Almería, Almería…

Y mientras en los despachos trabajan con la espada de Damocles que supone el cierre de mercado el próximo jueves, el equipo juega hoy en Almería su partido de la tercera jornada, tras las decepciones de las dos primeras. Un punto lleva. Menos aún en juego, incompatible con lo que se entiende por espectáculo y la generación de oportunidades de gol, que cuando llegan tampoco se transforman en otra cosa que no sean sainetes.

El equipo que hace bien poco iba embalado por las Ligas vaga en la actualidad al trote. Lo que se le pide a Julen Lopetegui es que no se enroque en sus ideas. Que interiorice, como publicitan las entidades financieras, que rentabilidades pasadas no le garantizan rendimientos futuros. Lo que en su día funcionó ahora no sirve, porque ni están aglutinantes como Koundé y Diego Carlos, ni los que quedaron avanzan desde la segunda vuelta de la temporada pasada en otra cosa que no sea en el DNI.

Es hora de hacer algo y conviene empezarlo hoy mismo, en el césped y en los despachos, porque luego lo que le espera aquí y en Manchester, Dortmund y Copenhague (grupo de la muerte, dicen; ¡si sólo fuera eso!)) es para echarse a temblar. Almería, Almería, Almería, que está tan lejos y tan cerca, Sevilla.