¿Aquí nadie piensa dar explicaciones?
Con la temporada ya finiquitada, es el momento de pedir responsabilidades
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Iniciar sesiónNo hablemos de dimisiones en el país de las palabras tabú en cuanto a la asunción de responsabilidades se refiere. Es más el país de los gestos para la galería. Nadie suelta un sillón que le ofrece un sueldazo. Ni tampoco sus butacas aledañas. ... En el Sevilla se vive muy bien. De lujo. Y con todo tipo de comodidades. Otro asunto es si quien ostenta un cargo u otro de responsabilidad está capacitado para ello. Porque un consejo de primos, hermanos sobrinos o cuñados es más una cena de Navidad que el órgano gestor de una empresa de esa relevancia. Es cierto que la comodidad se ha visto sacudida fuertemente. Se ha pasado de la crítica a la agresión. Del enfado a la amenaza. Del sentimiento genuino, al acto vandálico y cobarde. No es de recibo y no hay derecho. Argumentos hay miles para echarles en cara a los gestores del Sevilla. Para decirles que cojan la puerta. Siempre con la palabra como arma arrojadiza. Y no crean, también les duele y acobarda. A nadie le gusta que le señalen sus defectos y los hagan públicos. Alguna contrapartida tendrá que tener esa vidorra.
Otro asunto es que de tanto estar señalados hayan cogido la táctica de vivir en otra realidad. Entre paralela y surrealista. En esa de cuatro paredes donde sólo escuchas las voces de los que te rodean, quienes normalmente utilizan la táctica del peloteo como forma de medrar en la empresa, dando una palmada en la espalda y diciendo lo fenómeno que son todos sus superiores. En eso también se ha convertido una entidad que vivió sus días más gloriosos, en lo deportivo y económico, desde una gestión modélica en ambas parcelas, antes de que se aliaran Guatemala y Guatepeor para provocar un movimiento de pinza que tiene atrapado directamente el gobierno del Sevilla FC. No se puede echar a Del Nido Carrasco si él no presenta su dimisión. Y de dimitir él, por el pacto de (in)gobernabilidad, entraría su padre como presidente haciendo valer esos documentos firmados que ahora trata de impugnar. Todo muy bonito y edificante. Un Sevilla destrozado desde sus mismas entrañas y sin nadie que salga a dar una explicación. Señalando al enemigo externo con una estrategia de victimización. No vale con haberse quemado esta temporada, buscan inmolarse.
Y no porque a nadie le guste que su patrimonio vaya menguando como un castillo de arena remojado por la mar salada, sino porque la toma real de decisiones está en manos de quien más desea aprovechar la actual coyuntura para quedarse como príncipe del cementerio. La solución de la tercera vía es prácticamente inviable, por muchas ganas, deseos y buenos presagios que lleven en la mochila. El precio que obligaría a vender a todos los firmantes del pacto es tan abusivo como irreal. Igual que se firmó, el pacto sólo puede ser destruido por esos mismos firmantes. Comenzar la partida desde cero y que la mayoría encuentre un camino hacia una supuesta normalidad. Que ese 30% entre americanos y familia Carrión tenga un peso distinto. Si se puede vender, mejor. Si nadie está dispuesto a no salir del Sánchez-Pizjuán sin muchas bolsas repletas de dinero, que al menos busquen una solución a este bloqueo y pongan el club en manos de profesionales, mientras se fuman un puro y cobran sus emolumentos por mirar la pantalla del ordenador o juguetear al buscaminas. Que gestione quien sepa, no el poseedor de las acciones. Que no estorbe quien no gestione ni ayude. No acusemos de factores externos a la actual situación de los sevillistas. Ni a la grada, ni tampoco a la prensa. Cada uno sabe su papel y debe ejercerlo como mejor crea. Con honestidad siempre.
Si el Sevilla está así es porque sus dueños, tanto los que ahora mandan como los que no, decidieron en su momento que había que esquilmarlo. Hacerse millonarios. Y este negocio no siempre es rentable ni sale redondo. Hay un peaje social. En las buenas y en las menos buenas. Cada uno sabrá qué merece la pena en esta vida. El Sevilla FC, como club de fútbol, como equipo y familia sevillista, sí la merece. Sus acaudalados propietarios, claramente, hace tiempo que no. Debería comenzar una nueva vida para el Sevilla y es evidente quién no está en disposición de pilotar esta transición. Tras años de fatiguitas, pérdida de prestigio y deuda gigantesca son motivos suficientes para reconocer que esto no puede seguir así. Gobernar contra tu público, tus seguidores o tus fieles termina por romper la cuerda. La tensión vivida es insoportable por mucho más tiempo. Es legítimo querer vender por el precio que un día pensaron que valía el Sevilla FC. Incalculable en sentimiento, arruinado como empresa. Vale lo que diga el mercado. Que alguien se lo explique a los que tienen la calculadora del móvil en favoritos. Por favor.
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