Antonio Cordón sublima la palabra equipo
El director deportivo del Sevilla FC ha visto cómo sus fichajes han dado rápida respuesta a la exigencia
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Iniciar sesiónEn el fútbol el trabajo apenas se puede cuantificar fuera de los resultados. Con las sensaciones no se come y toda la parafernalia que protege el entorno, que si el trabajo, que si las buenas relaciones, que si el modelo del entrenador y otras ... medias verdades tratan de visualizar un entorno idílico en un deporte donde sólo manda meter más goles que el rival. Es así de duro y cierto. Matías Almeyda ha pasado en una sola semana de fenómeno a temerario, para regresar al estadio de divinidad con una victoria inmerecida en Vallecas, en comparación con otras tardes donde sí hizo el Sevilla para llevarse los tres puntos. Del entrenados se ha comentado casi de todo. Su buena mano a la hora de llevar a un grupo tocado a creerse que puede con cualquiera; haber encontrado un dibujo casi sin pretenderlo, donde el estilo no se pierde; y, lo más relevante, el haber levantado uno a uno a una cantidad ingente de futbolistas que lo tenían crudo para arrancar medio aplauso de la grada del Sánchez-Pizjuán. Almeyda lo está consiguiendo, pese a que quede una eternidad de curso y lanzar las campanas al vuelo tan pronto sea una temeridad. Y aquí debemos detenernos en una obviedad que tiene que ver con el entrenador del Sevilla: ¿Quién lo trajo? Antonio Cordón.
Si muchos coinciden en que el argentino es el gran fichaje del Sevilla para esta temporada, el tanto es del director deportivo. Apostó por un desconocido en los banquillos nacionales, con poca experiencia en primeras ligas europeas y descartando la avanzada opción de Imanol Alguacil. Pensaba que el único camino para recomponer al Sevilla desde las cenizas era creando una verdadera estructura de equipo, donde la cabeza visible fuese un hombre tan pasional como creíble como Almeyda, tanto con el grupo como con el entorno. No es fácil aunar resultados deportivos e imagen intachable. Demasiados vendedores de crecepelo han enfangado la labor de las personas con buen discurso. Los tunantes no llegan muy lejos. Almeyda predica con lo que hace a diario. Y el grupo le ha comprado la idea. Todo en pos de un camino que recorrer juntos y que se vislumbra desde el compromiso común, aunque reiterándome, con eso no se come. Sólo con los resultados. Y para obtenerlos necesitas tener mejores jugadores que el rival. O, por lo menos, no mucho peores. Y aquí Cordón ha demostrado tener una capacidad u ojo clínico más que soberbio.
Ha hecho seis fichajes. No se ha gastado un euro. Nada. Sólo se le puede computar la compra definitiva de Agoumé, aunque fuese un movimiento de club. El extremeño ha ido ajustando los parámetros económicos al milímetro y le ha dado a su entrenador perfiles de nivel para jugar de varias maneras. Azpilicueta, Suazo y Mendy entraron en el equipo por la puerta grande. Titularísimos. Lo mismo que Vlachodimos desde su primera oportunidad. El griego es un portero seguro, valiente y con reflejos. Una bendición para un equipo que venía de años donde cada tres disparos en contra, dos terminaban en gol. A Cardoso sólo le han visto buenas intenciones, mientras que Alexis Sánchez ha demostrado que la edad es sólo un número. Cordón, persona que sublima la palabra equipo, ha buscado en los veteranos ese picante de futbolistas ultraprofesionales que, encima, asumen los liderazgos de forma natural, sin que nadie se lo pida. Un equipo con todas las letras para pelear, sobre el papel, por objetivos modestos, sin descartar que el camino iniciado llegue a buen puerto antes de lo esperado. Contar con profesionales de alto nivel suele ser sinónimo de estabilidad, por mucho que por Nervión todo ande revuelto. Mientras las llaves cambian de dueño, en la gestión deportiva estribará la felicidad del sevillismo. Hay material para pensar en sufrir poco. Almeyda le ha cambiado la cara al Sevilla. Y Cordón eligió al entrenador. Dos más dos casi siempre suman cuatro.
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