LENS - SEVILLA
Temporada a la basura
UEFA CHAMPIONS LEAGUE
El Sevilla pierde también en Lens (2-1) y se queda fuera de Europa tras completar una competición desastrosa y sin un solo triunfo
Los de Diego Alonso dominaron de principio a fin pero en los metros finales estuvieron tan inoperantes como toda la campaña
El Sevilla, fuera de todas las competiciones europeas en el mes de diciembre por primera vez desde 2012
El polémico penalti que condenó al Sevilla en Lens
En-Nesyri discute con Rafa Mir junto a varios jugadores del Lens
Con un epílogo de competición ajustado a lo que está siendo el curso, el Sevilla completó su tragedia europea de esta temporada perdiendo también en Lens en el último partido de una desastrosa fase de grupos en la que no ha sido capaz ... de lograr una sola victoria, dejando patente no ya su evidente crisis sino un nivel que no es suficiente para competir en la máxima categoría continental. No está para Champions desde hace tiempo, pero la campaña pasada el triunfo en su competición fetiche le dio el pasaporte in extremis. Ni siquiera puede volver a ser así, pues el 2-1 de este martes le deja último y fuera incluso de su anhelada Europa League. Nada. Temporada al sumidero. Queda pelear por no pegarse el gran batacazo en la Liga y agarrarse a la ilusión de la Copa, bien. Quede ahí la frase hecha. Pero el fracaso es ya sonado y parece marcar un punto de inflexión en la historia reciente del club. Hasta aquí llegó la alegría.
Se confeccionó este Sevilla para mucho más y la dura derrota frente al Lens, en el descuento de un partido en el que fue mejor por una vez, deja abiertas las heridas y sobre la mesa las preguntas en torno a los responsables del destrozo deportivo y, no se olvide nadie, económico. ¿Se puede responsabilizar de todo esto a Diego Alonso? Por supuesto que no. La dirección del club ha errado y este penoso final de periplo en la Liga de Campeones no es más que la consecuencia inequívoca de que muchas decisiones se han tomado rematadamente mal. Cuatro entrenadores en un año, la escapada de Monchi, la salida de varios jugadores vitales o la podredumbre de las relaciones internas por el control del club han ido confluyendo para marcar un final de ciclo que se mascaba hace meses.
El 'brexit' sevillista se fraguó, paradójicamente, en un partido en el que fue mejor en el que, sin embargo, pecó de lo que viene haciéndolo, su inoperancia en los metros finales. Sin gol no hay manera. Muy posiblemente por eso sólo ha sumado dos tristes puntos en la fase de grupos de la Champions y deambula por la Liga más cerca del pozo que de otra cosa. Queda por ver hasta cuánto pesa la cuestión mental, la nerviosera de que nada sale, pero lo que es indudable es que el equipo y la plantilla son peores que la de años anteriores. Y la lógica se impone. En la última jornada había que ganar y se terminó perdiendo. No hay más.
Desde luego la empresa no era sencilla, huelga decirlo. Porque se plantó el cuadro nervionense en Francia con sólo once jugadores con ficha del primer equipo y un cúmulo de catorce bajas. Por eso se estableció un dibujo con tres centrales, insertando a Kike Salas en esa demarcación, y dos carrileros, Juanlu y Pedrosa, que tenían que entender bien su misión en un día muy delicado con tantos metros que cubrir ante un rival con un físico tan poderoso. Pese a esas diferencias en el mero músculo, el conjunto de Alonso fue otro bastante diferente al de los torneos domésticos, presionó muy bien de arranque, con actitud decidida, enorme intensidad y ahogando la salida de balón y la construcción de los galos, incapaces de hilvanar jugada y muy aculados. Con esa base afianzada, el Sevilla tomó la iniciativa, no le quedaba otra, y mandó en el partido sin contemplaciones. Con Sow y Óliver Torres (a veces hasta Ramos) incrustados en la punta del ataque junto a En-Nesyri y una llamativa fluidez en los tres cuartos de campo, la primera parte del choque se convirtió en monólogo sevillano en torno al área de Samba, que a la media hora evitó el estreno del marcador desviando a córner un formidable chutazo de Rakitic marca de la casa. Ahora bien, en realidad ese fue el único disparo a portería del primer tiempo. En los metros finales faltaba definición, y al final el fútbol no deja de ser hacer goles, pero el comportamiento fue irreprochable. Los costados fueron profundos y Soumaré gestionó bien el necesario equilibro para no dejar demasiados huecos atrás. Había que dar el último paso, que quedó para la segunda parte.
Rival paciente y agazapado
El Lens jugaba a esperar y aprovechar la creciente desesperación sevillista, incluso en la reanudación. Muy atrás y asumiendo con naturalidad que no era dueño del partido y que un tanto en contra lo dejaba fuera, el equipo galo se fue asentando conforme el cansancio hacía mella en los rojiblancos. En el minuto 56, Pedrosa dio uno de esos sobresaltos con un toque con la izquierda para mandar el esférico al larguero aprovechando un desmarque en posición de 'nueve'. Pero ese crecimiento paulatino de los locales tuvo reflejo en el marcador a la hora de encuentro con el penalti transformado por Frankowski discutidísimo por los hispalenses. El colegiado apreció que Soumaré había tocado la pierna de Medina cuando éste iba a rematar en solitario y consideró suficiente ese contacto entre las dos piernas, pero no quiso ni revisar que, en realidad, el propio punta del Lens fue el que golpeó con su pierna la del defensor sevillista y luego al propio suelo. También en Europa los arbitrajes y los reglamentos son a veces incomprensibles. Ni con eso está teniendo suerte el Sevilla este año.
Lo cierto es que el Sevilla, más allá de esa jugada, andaba ya en niveles mucho más parecidos a los que viene acostumbrando y se diluía en su propia ansiedad. Alonso metió entonces en el campo a Mir por Torres para jugar con dos arietes y echar mano del viejo libreto: colgar balones a la olla. El fruto llegó casi de inmediato. Quizás con la conciencia sucia por el penalti pitado diez minutos antes, el trencilla 'igualó' las decisiones extrañas señalando en el 72 un penalti inexistente por una caída de En-Nesyri que Zwayer interpretó como agarrón del zaguero local. Ramos erró en el primer lanzamiento, pero el meta, que desvió con habilidad la pelota, estaba adelantado y hubo que repetir. Al segundo intento, a lo 'panenka' -el portero era el único que no sabía que iba a ser así--, Ramos logró el empate con un cuarto de hora por delante.
No cabía esperar otra cosa que un tramo final de encuentro agónico, con el Sevilla embotellando por completo a los franceses buscando esos centros laterales a los que tanto rédito les ha sacado. Sin relevos hasta el final, porque prácticamente no había banquillo para unos minutos de tanto voltaje, el heptacampeón se dejó todo lo que tenía colocando a los centrales en el medio del campo, con lo que cualquier pérdida era dramática. Así ocurrió en el descuento. No podía ser de otra forma este año. Una pelota que se le atragantó a Pedrosa se la llevó el extremo local para pasar al centro y dejar solo a Fulgini, que dio la puntilla cruzando bien al fondo de la red. Murió en la orilla, puede decirse, pero lo cierto es que esta vez era imposible repetir aquellas viejas gestas europeas. En vez de marcar en el alargue, encajó en el alargue. No está el panorama más que para añoranzas y el cuarto puesto es el justo resultado a una trayectoria lamentable que en Lens pudo maquillarse. Y ni por esas. El Sevilla está fuera de Europa. Eso es noticia. Algo ha cambiado. Veremos hasta cuándo.
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