Valladolid - Sevilla: Bono emula a Palop y agiganta la leyenda (1-1)
El portero marroquí hizo el gol del empate en el último suspiro del partido; sí, otra vez: el Sevilla nunca se rinde
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Iniciar sesiónLa historia en Pucela se había enconado para el Sevilla hasta el punto de que la derrota parecía inevitable. Pero no. No por dicho y repetido mil veces pierde vigencia la marca: el Sevilla nunca se rinde. Como Palop en Donetsk, el héroe ... en el José Zorrilla fue hoy el portero. En el último segundo del choque, en los estertores, el meta marroquí subió a la desesperada en un córner y consiguió con un certero disparo abajo el tanto de la igualada. 1-1. Un gol con un tremendo fondo y que va mucho más allá del punto, que también. El Sevilla agiganta su propia leyenda , camina con paso firme hacia una nueva edición de la Champions. El héroe con guantes de Colonia estuvo inmenso. Rubricó lo único que ya le faltaba: ser el mejor delantero de su equipo en la fría noche castellana. El corazón del Sevilla y de su portero alcanzó donde las cansadas piernas no llegaron en un feo partido. Otra heroicidad más para este grupo de campeones.
Lopetegui presentó un once condicionado y sin los tocados Ocampos y Fernando por segundo encuentro consecutivo. El pivote brasileño ni siquiera formó parte de la convocatoria. El argentino acabaría jugando toda la segunda parte en el intento de reparar una agria batalla. Aportó, como siempre. Sí pudo recuperar al menos el técnico a dos pilares como Diego Carlos y Jordán tras cumplir ambos sanción contra el Elche. Las otras dos novedades de la alineación sevillista fueron el ingreso de Karin Rekik como lateral izquierdo y la vuelta del Papu Gómez, incrustado con poco éxito, otra vez, en la tripleta ofensiva junto a Suso y En-Nesyri.
El arranque tuvo un matiz intenso y pronto el Sevilla se postuló para tomar el mando. Fue de hecho el ex del Atalanta el primero en probar los guantes de Roberto, a los cinco minutos de juego. El Papu marcó la diagonal de izquierda hacia adentro y descargó un potente derechazo que el meta del Valladolid repelió como pudo. El rechace, al centro, no lo cazó En-Nesyri por muy poco. Los de Lopetegui apoyaron su buen inicio en la prolífica actividad de su banda izquierda, con el propio Papu y Rekik generando superioridad y aprovechando las limitaciones defensivas de Janko. Los centrales del Pucela se veían arrastrados.
En ese inicio decidido de los sevillistas, Navas también se animó por la otra ala. Un servicio del palaciego a la cabeza de En-Nesyri se convirtió en el segundo disparo a puerta de los visitantes. El balón, esta vez, reposó manso en las manos de Roberto. A la media hora, todo parecía relativamente controlado. Error. El Sevilla dominaba , pero le faltaba claramente afilar los dientes. De forma inexplicable, el equipo se fue metiendo en una nebulosa. Practicando ese fútbol horizontal e inofensivo que lo condena irremisiblemente.
Las dudas y la falta de contundencia se convirtieron en una invitación irrechazable para el Valladolid, que se lo creyó y metió en el rincón al conjunto de Lopetegui durante el último cuarto de hora. Las consecuencias tornaron en nefastas. Al filo del descanso, Weissman fue derribado dentro del área al alimón entre Rekik y Diego Carlos, y Estrada decretó penalti tras consultar con el VAR. No hubo por dónde excusar la jugada. El delantero del Valladolid se llevó la patada del holandés y un empujón del brasileño. Orellena, desde los once metros, no perdonó y engañó a Bono para establecer el 1-0, resultado con el que ambos equipos se marcharon al túnel de vestuarios.
El Sevilla se había diluido en viejos pecados, así que a Lopetegui no le quedó más remedio que rectificar y mover fichas. Dejó en la caseta a Navas y un deslucido Óliver, y tiró de Ocampos y Acuña en busca de ganar la profundidad y el nervio perdidos. Lo cierto es que la segunda parte no mejoró en los niveles que deseaba el técnico de Asteasu. El Valladolid, con la ventaja en las alforjas, le planteó a los de Nervión un nuevo partido, mucho más áspero, atando el bloque bajo con solidez y sellando casi todas las rendijas. La única que dejó la aprovechó el heroico Bono en la última acción del envite.
Lopetegui siguió agitando el banquillo, en esta ocasión con De Jong y Rakitic, que tomaron el relevo de Rekik y Gudelj. Los refrescos aportaron algo de 'punch'. El croata buscó el gol con un tiro lejano que detuvo Roberto e instantes después De Jong tuvo la más clara del partido para el Sevilla enviando un cabezazo al poste. El final fue un arrojo de casta. El Sevilla se negaba a perder . Mostró entonces su cara más competitiva. Y en la última jugada del partido, tras un córner botado por Suso y un sinfín de rechaces, el marroquí Bono, que se había sumado al ataque con la cara de Andrés Palop, conectó un zurdazo cargado de precisión con el que batió a su colega Roberto y desató el extásis entre sus compañeros. Tremendo.
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