Sevilla - Real Sociedad

El orgullo no basta para sobrevivir

Con nueve jugadores durante una hora, el Sevilla se vacía pero no evita ni perder ni cerrar un año 2022 nefasto con sólo un 28% de triunfos

Sevilla-Real Sociedad: resumen, resultado y goles

Nianzou realiza una dura entrada a Brais Méndez que supuso la roja al sevillista Manuel Gómez

El momento que atraviesa el Sevilla puede analizarse repasando las escasas ovaciones de este año en Nervión. Dicen mucho esos aplausos. Los hubo para Julen Lopetegui la noche en la que fue destituido tras un periplo desastroso y caer con estrépito ante el Borussia Dortmund ... para prácticamente despedirse de la Champions League. Hasta se coreó su nombre. Hubo también palmas para Jorge Sampaoli durante los quince primeros minutos de su estreno en casa contra el Athletic, cuando sus hombres atacaron el área rival como posesos. Ese partido terminó en empate. Se aclamó este miércoles a Monchi al comenzar un partido al que se llegaba después de no vencer en el derbi a un oponente con nueve hombres. Sí, se vitoreó al responsable de confeccionar un plantel con unas carencias profundísimas que no ha sido aún capaz de ganar un solo partido como local en la Liga y que suma apenas once puntos de cuarenta y dos. Y por último, se aplaudió al concluir el duelo contra la Real Sociedad de anoche al equipo por haberse matado a correr después de caer de nuevo derrotado. Otra vez. Ese es el ras por el que se está cortando el traje de una temporada que empieza a pintar verdaderamente oscura.

El cambio de entrenador le dio al equipo más atrevimiento en su juego, sí, pero a pesar del carácter chamánico del mensaje del argentino y su evidente labor psicológica, lo cierto es que no se juega a nada ni se alcanza el nivel competitivo deseado porque no se tienen los futbolistas para desplegar la idea del técnico. Que se ve atrapado en una espiral donde debe atajar primero lo urgente y luego, también, lo importante. Ninguna de las dos cuestiones parece encarrilada, de tal modo que el 'efecto Sampaoli' ha quedado del todo difuminado.

Lo urgente era empezar a ganar partidos y salir del pozo, algo que sigue sin conseguirse. Completa el conjunto sevillista, de hecho, un año 2022 realmente nefasto en el que únicamente ha podido lograr 11 victorias en 38 partidos disputados entre la competición doméstica y la europea, un exiguo 28%. En la Liga, 8 partidos ganados de 27 en todo el año natural, un ridículo tercio en un equipo que estaba jugando el principal torneo continental y manejaba el cuarto mayor presupuesto de España. Lo urgente es eso, cortar una sangría que comienza a generar un tono mortecino muy inquietante. Lo importante, el segundo término, es otra cosa en la que el responsable del banquillo tendrá su papel pero que se antoja un tanto fuera del alcance del propio entrenador. Con el panorama actual, ni Guardiola ni Klopp lo tendrían fácil, de modo que llega la hora de reconfigurar la plantilla necesariamente o el camino se acercará al precipicio con total seguridad. Y al borde del barranco de nada valdrán los golpes en el pecho ni los puños en alto.

El partido contra la Real de ayer, con el que se cierra el círculo del annus horribilis (o no), funciona de manera paradigmática: no da para más. En una primera media hora terrorífica, los sevillistas tiraron el partido por sus agujeros en una zaga que apuntalaban dos jugadores recién salidos de una lesión, Nianzou y Rekik, y por dos expulsiones muy claras que el VAR dictaminó tras no sacar roja el árbitro en primera instancia. Podrán los seguidores y analistas alegar que el fútbol moderno está adulterado, que la tecnología es tal, que el rearbitraje es cual y todo el manual completo de lamentos, pero en el Sevilla deben ser necesariamente autocríticos o correrán el riesgo de morir en un engaño. Los dos castigados, Rakitic y Nianzou, llegaron tarde a la presión para robar un balón y el equipo se quedó con nueve a falta de una hora de encuentro sencillamente porque lo mereció. Antes, con once, el conjunto donostiarra ya se había adelantado en el marcador con una magnífica asistencia de Merino a Sorloth, que culminó su desmarque con un globo impecable con la izquierda. Nada más echar Del Cerro a Nianzou, Brais Méndez remató otro gran pase interior de Merino para mostrar las vergüenzas de la retaguardia blanca. Un buen cabezazo de Rafa Mir antes del descanso permitió al cuadro local irse al descanso con cierta chance y plantear una segunda parte de defensa numantina tirando de coraje para evitar una goleada escandalosa. Pero el orgullo no basta para sobrevivir.

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