Sevilla - Real Sociedad: Demasiado VAR para la casta (1-2)
Pese a verse con dos jugadores menos desde el minuto 32 y con 0-2 en el marcador, el conjunto de Sampaoli nunca hincó las rodillas y mereció sacar tajada en otra tarde de locura: al parón, en situación crítica
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Iniciar sesiónEl VAR fue protagonista en una nueva y dolorosa derrota del Sevilla FC para despedir LaLiga hasta final de año y vivir entre las dudas el largo parón por el Mundial. Eso sí, hoy no se le puede reprochar a este ... equipo, que desencadenó un esfuerzo brutal para mantenerse en pie ante la Real Sociedad con dos futbolistas menos desde el minuto 32 de partido por las expulsiones de videoarbitraje de Rakitic y Nianzou. La casta fue apabullante, la gente empujó a los suyos con todo en contra y casi se obra el milagro. Los tantos de Sorloth y Brais hacían presagiar el final de la película demasiado pronto, pero Rafa Mir hizo el 1-2 antes del descanso gritando a la épica... no llegó por muy poco, porque el Sevilla mereció más. La realidad de lo números es bastante peor que eso. Espantosa. 11 puntos en 14 jornadas. Está a expensas de lo que hagan este jueves Celta y Cádiz para ver si cae a puestos de descenso. El trabajo y la responsabilidad que tienen por delante Castro, Del Nido Carrasco y Monchi es descomunal. Toca apretar los machos y acertar. Acertar mucho.
Sobre el papel, y como ya hiciera contra el Betis, Sampaoli diseñó un once competitivo en el que destacó la vuelta de Isco tras cumplir sanción y, sobre todo, la reaparición de Tanguy Nianzou en el eje de la zaga. El francés, que acabó expulsado en un abrir y cerrar de ojos, acortó los plazos de su rotura fibrilar y logró ponerse a disposición del míster. Fue para nada. Al menos, apretó para llegar, no como otros... y es que Sampaoli sólo pudo contar con uno de sus cuatro argentinos, Erik Lamela, el único que no va al Mundial. La previa del choque dio pábulo a todo tipo de sospechas y discrepancias entre el sevillismo por la cuestionable implicación de sus futbolistas sudamericanos. En esta historia, el que dio ejemplo fue Telles. El brasileño sí ha entendido esto.
El Sevilla FC tenía que ganar, por mil motivos (ni se empató). El primero, su grave situación clasificatoria y la imperiosa necesidad de marcharse al parón con un soplo de aire fresco. Y después, para hacer bueno el punto del derbi y desterrar la polvareda cada vez más desagradable que dejan los duelos cainitas con el vecino. Antes de que echara a rodar el balón, el Sánchez-Pizjuán ya rugía al unísono en incondicional apoyo a su director general deportivo: «León, León, León San Fernando». Hace bien la afición en motivar al que tiene que ser su salvador. Desgraciadamente, el desenlace deportivo de la tarde fue horrible. Ni siquiera se pescó un punto.
El comienzo del partido mostraba a un Sevilla que quería presionar muy arriba a su rival, con más ímpetu que éxito. Tácticamente, Sampaoli apostó de nuevo por esa seña particular de abrir a Rafa Mir y a Lamela a los costados para generar un pasillo central a sus hombres de segunda línea. La fórmula del estratega de Casilda se estrelló casi siempre en la solidez de los donostiarras, con un sistema de contención férreo, muy bien trabajado. Aun así, el todoterreno Gudelj, en una de esas penetraciones, casi transforma el excepcional pase de Rakitic en el 1-0. El serbio no pudo definir con su acrobacia en el aire.
El fuelle le duró al Sevilla lo mismo que un caramelo en la puerta de un colegio. Inmediatamente, la Real diagnosticó todas las fisuras de su adversario y creció hasta ponerse por delante en el marcador. Avisó el inconmensurable Merino con un lanzamiento fácil para Bono y acto seguido el centrocampista navarro serviría su primera asistencia de la noche. De ella se benefició el gigantón Sorloth, quien con mucha clase le picó el balón a Bono para superar al marroquí en su salida y establecer el 0-1. Jarro de agua fría a los 19 minutos.
En el paso adelante de la Real, hubo otro elemento diferenciador: la salida al campo de Take Kubo por el lesionado Carlos Fernández (el sevillano se llevó el aplauso de ánimo de la grada). Con el japonés en el verde, el conjunto de Imanol ganó en mordiente y el Sevilla FC lo pagó. Pese al trance, pudo igualar pronto el equipo de Sampaoli. Rafa Mir habilitó a Isco y el tiro a quemarropa del malagueño con el exterior lo resolvió Remiro con un paradón. Fue la mejor ocasión del Sevilla hasta el momento, alcanzando los 25 minutos de partido.
En ese punto, nadie imaginaba por Nervión que lo peor estaba por venir. El Sevilla iba a sufrir dos expulsiones en un lapso de tres minutos. El mazazo fue tremendo. Ya hay dudas de si el videoarbitraje ha llegado para mejorar esto o, simplemente, para desnaturalizar por completo al fútbol. La delgada línea entre la amarilla y la roja casi no existe. Tampoco se puede discutir que las dos rojas que vio el Sevilla fueron bastante evitables por parte de sus perceptores, bastante torpes. El VAR, estrella en el derbi, hizo acto de presencia en Nervión para anular a los de Sampaoli, que, eso sí, nunca renunciaron al esfuerzo. En el 26, y tras la pertinente consulta de Del Cerro en la pantalla, Rakitic se fue a la calle por pisar con los tacos el gemelo de Brais. No hubo voluntariedad del croata en la acción, pero el impacto fue tan feo que el colegiado no dudó a la hora de enseñarle la roja. Apenas estuvo el Sevilla con 10 hombres sobre el campo, ya que sólo seis minutos después, el propio Brais provocó también la expulsión de Nianzou en otro lance muy similar. Bota a la altura de la tibia y fuera del partido el francés después de que Jaime Latre llamara a filas a Del Cerro en el monitor.
Con 9 contra 11, la historia parecía acabada. De hecho, la Real tardó muy poquito en colocar el 0-2 en el electrónico. Merino encontró a Brais y el gallego se la cruzó a Bono de forma impecable. La posición de Silva, cruzándose en el preciso momento del golpeo del goleador, pudo inhabilitar la jugada, pero aquí los árbitros no quisieron ver nada. El escenario, en ese instante, tornaba a callejón sin salida para los sevillistas. Dos goles abajo y dos jugadores menos. Sin embargo, el conjunto blanquirrojo compró billete para la heroica antes del descanso. Cuando todo parecía perdido, un gran cabezazo de Rafa Mir permitió al Sevilla irse al intermedio con un mínimo hilo de esperanza. El balón que le puso Telles fue soberbio. Buen partido del brasileño para celebrar su convocatoria para el Mundial.
A todo esto, lo que no se tradujo en roja fue un manotazo de Diego Rico en el rostro de Óliver que protestó con fuerza el Sánchez-Pizjuán en el final de la primera parte. Con el 1-2 se marcharon los equipos al túnel de vestuarios. El Sevilla, pese a todo, necesitaba un milagro para rascar algo en su agria tarde. La raza la estaba poniendo y la alargó todo lo que pudo durante la segunda mitad, tirando de un esfuerzo encomiable para agarrarse al partido. Sampaoli retiró a Isco y a Rekik para poner sobre el campo a Kike Salas y a Jordán, que actuó como hombre libre asumiendo un despliegue titánico.
A la épica, por su puesto, también se apuntó Bono, que mantuvo siempre vivo a su equipo con varias intervenciones colosales. Por momentos, dio la impresión de que los dos equipos estaban 11 contra 11, lo que habla de la agallas que le puso el Sevilla al choque y de la especulación y miedo de los donostiarras. A la hora de encuentro, Sorloth falló la sentencia en el segundo palo cuando sólo tenía que empujarla. El Sevilla nunca bajó los brazos. Siguió llegando arriba, sacando fuerzas de donde no las había. Se pidió un posible penalti sobre Lamela. Tampoco lo vio Del Cerro ni el VAR. Luego Bono volvió a aparecer para evitar los goles de Kubo y el joven Pablo Marín. Pero lo llamativo es que el que terminó el partido encerrando y embotellando a su rival en busca del gol fue el Sevilla. Nada. No pudo ser. 1-2. La lectura, más allá de no arrodillarse nunca, que ahora vale para bien poco, deja al equipo en una situación muy grave en el parón y a expensas de lo que hagan Cádiz y Celta para vivir o no en descenso durante el largo mes y medio que se viene... Casta, sí, pero lo que urge ahora es responsabilidad y acierto desde los despachos.
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