Sevilla - Mallorca: Con más mieo que siete viejas

La final daba comienzo. Yoan Yordán, que últimamente anda más perdío que un novio en Victoria Secret, acababa la primera ocasión sevillona disparando de lejos y mandando el balón al recreo del Portaceli.

Hoy, la apuesta en la punta de ataque, vistos los últimos partiditos de En-Nesyri, era Rafa Mir. El cartagenero debe estar poniéndose menos gomina de la cuenta en la chorla, porque sus remates de cabeza no terminan de agarrar bien la pelota. Una primera ocasión se le fue desviada y, a la siguiente, a la salida de un córner, estuvo a punto de marcar sino llega a ser porque Salva Sevilla, que está mutando en Sergio Dalma, detuvo el remate bajo la línea de gol.

Me van a perdonar los aficionados que han acudido hoy al estadio, pero hay cosas que no entiendo y no me puedo callar. Partimos siempre desde la base de que todo aquel que paga su entrada se gana el derecho a decir o hacer todo aquello que le salga de la porrita o del gatete, siempre y cuando no falte al respeto, claro. Pero eso no quiere decir que todo lo que digas o hagas esté bien hecho. El Sevilla juega hoy una final en su campo. Pues hay quienes deciden pitar al equipo en el minuto 20 de partido y con su equipo manteniendo la posesión del balón. ¿Es respetable? Sí. ¿Me parece muy torpe? También.

Con este panorama al equipo le empezaban a temblar las canillas. A todos menos a él. «Mi nombre es Bono, James Bono». El guardameta marroquí detenía las ocasiones del Mallorca sobrao , sin despeinarse.

Al Sevilla de momento no le valía el método clásico, así que lo intentó también mediante filigranas. Primero fue Yoan Yordán el que remató de espuela y después Tecatito el que estuvo a punto de hacer sacar los pañuelos blancos al tendido sevillón porque casi le entra una espectacular chilena.

Acaba la primera mitad con más murmullo, los mismos pitos en la grada y con un atronador SEVILLA, ÉCHALE HUEVOS. Acuña habrá pensao «oigan, que no estoy jugando muy bien, pero tampoco es pa que me echen».

Tras el descanso, las mismas sensaciones. Yoan Yordán dubitativo con el balón en los pies y llegando como lo hacía Spahic, muy tarde. De hecho, el catalán veía muy pronto la cartulina amarilla y era sustituido por Delaney a los pocos minutos.

La muestra de que las piernas de los futbolistas del Sevilla no iban bien era Eric Lamela, que corría con una marcha menos, como si hubiese llenao el tanque de diésel. Fijarse si el argentino llegaba tarde a todos los balones que vio la cartulina amarilla por lo mismo.

Al Sevilla le faltaba media para tratar de perforar la portería contraria. El Osasuna balear se agazapaba con casi diez jugadores en su área y la grada pensaba «¿por qué no saca a Baptista?» Los pupilos de Javier Aguirre llegaban a la portería sevillona con sus armas. El equipo bermellón lanzó un saque de banda al punto de penalti, como si fuese un córner, bueno, un córner sacado por un equipo que no es el Sevilla porque tan lejos no llega, y Muriqi, que parece el batería de Reincidentes, remataba de cabeza para hacer sudar, esta vez sí, a Bono.

Ambos entrenadores movían ficha en los instantes finales. El Sevilla sacaba a Antoñito Martial, que debe estar nuevo, el joío , y el Mallorca a Take Kubo, el japonesito que tiene la cabesa como un macetero de Plaza Nueva.

Los últimos minutos fueron muy de un Sevilla-Mallorca de Pamplona. Pérdidas de tiempo constantes del equipo visitante. Jugadores tendidos en el suelo doliéndose de músculos que no existen. El portero de ellos recriminándole a Ocampos que se había tirado a la piscina y aprovechando para tardar en sacar lo que duran los anuncios de Antena3.

Con este panorama bélico el Sevilla tenía que ponerse el cuchillo entre los dientes. Con más ímpetu que cabeza, logró hilvanar varias jugadas claras. Martial se fabricó un jugadón hasta quedarse solo frente al portero rival, pero no fue capaz de batirle. El colegiado dio 7 minutos de descuento y en el segundo de ellos Delaney mandó un balón levemente por encima del marco mallorquín. Pero sin duda, la ocasión del encuentro llegó a un minuto del pitido final cuando En-Nesyri remató fortísimo de cabeza, pero, cuando los sevillones ya estábamos abriendo ese botellín que nos iba a saber a Champions, Manolo Reina, que tiene nombre de tonadillera de la calle Pureza, hizo la parada de su vida. Javier Aguirre hizo un cambio en el minuto 96, Maffeo se retiró del terreno de juego tan lento que creo que hizo incluso el moonwalker y el colegiado decidió añadir la friolera de 17 segundos al crono.

Final de un encuentro donde el Mallorca saltó al terreno de juego con Bakayoko, Webó, Patxi Puñal y Pablo García, y el Sevilla sin Alfaro, sin Javi Navarro y, por supuesto, sin Baptista. Un Sevilla que jugó con más mieo que siete viejas y que consigue un mísero punto que sabe a leche cortá . Ahora a jugarse las papas en el Wanda, partido que estará patrocinado por cafinitrina . Va a acabar antes la novela turca de Telecinco que esta temporada 21/22, ajú dios mío.