Sevilla - Rayo Vallecano
La herida se agranda en Nervión
El Sevilla completa un tratado de impotencia ante el Rayo que lo deja al borde de la zona de descenso
Sevilla - Rayo Vallecano: resumen, resultado y gol (0-1)
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Iniciar sesiónSin fútbol, físico ni gol y muy angustiado, el Sevilla completó ante el Rayo otro tratado de impotencia en Nervión, otrora fortín del que la afligida feligresía nervionense no deja de llevarse disgustos.Su equipo se ahoga y tampoco Sampaoli, que ha diagnosticado acertadamente al ... enfermo, es capaz de sanarlo. No por ahora. Necesita medicinas y ésas, en forma de nuevos futbolistas, tendrá que traérselas el mercado de invierno. Urge que la dirección deportiva, encabezada por Monchi, encuentre esas soluciones. No deja de probar cosas el técnico santafesino y ahí radica uno de los grandes problemas, que el Sevilla sigue ensayando a la altura de la duodécima jornada mientras otros rivales, verbigracia el Rayo, están más que testados y engrasados. El doloroso revés de ayer fue un mazazo de esos que trasladan a inquietantes tiempos remotos.
Puede que sea la hora de que todo el mundo se conciencie de que la salvación es el objetivo prioritario de esta campaña mientras este Sevilla no dé señales para pensar en algo más. El motor no le da. Quiere y tiene orgullo, pero no puede. Defensivamente ya no es una roca, su centro del campo no carbura y en ataque es un equipo chato, sin maldad. La ausencia de Fernando se sigue notando una barbaridad. Los síntomas del enfermo son verdaderamente preocupantes. La goleada firmada ante el Copenhague, marcador rotundo pero engañoso que no enmascaraba las deficiencias estructurales de una plantilla descuadrada, resultó una raya en el agua de la frustración. El sevillista lo pasa mal en su grada. Sufre mientras no deja de animar y se restriega los ojos, como incrédulo. ¿Es mentira o verdad lo que está viendo? Es una pesadilla.
El plan de Sampaoli en la primera parte, apostando de nuevo por el falso nueve y dándole la oportunidad a Janujaz, resultó un fiasco. Al equipo le costaba mucho articular jugadas, armar los ataques, y tan inofensivo se mostró que acabó los primeros cuarenta y cinco minutos sin ensayar un solo disparo. Tuvo mucha posesión, sí, pero eso no se tradujo en casi nada. Ni desbordaba por las bandas ni se fabricaba algo con visos de ocasión de gol por el embudo central. Muchos futbolistas que piden el balón al pie y escasos desmarques. A ese ritmo no se podía descoser al Rayo, que nada más empezar avisó con un latigazo de Isi Palazón que sacó Dmitrovic, el mejor de los sevillistas. Se agigantó ante Camello para desbaratar sendas ocasiones con perfume de gol y drama anticipado en el Sánchez-Pizjuán.
Con un 59 por ciento de posesión local, el panel estadístico oficial de LaLiga mostraba un dato contundente al intermedio: el Sevilla contabilizaba cero remates y su rival, diez, obviamente no todos entre palos. Con Isco omnipresente pero improductivo, Jordán siendo el más clarividente en la zona ancha, Rakitic ralentizando el juego y sin vuelo por las bandas, el Sevilla fue languideciendo, desordenado, sin chispa y deshilachado.
Sampaoli tocó teclas. Dio entrada a Papu Gómez y también a Rafa Mir, pero ni el argentino desequilibró ni el delantero acertó en la doble y mejor ocasión del Sevilla en el partido. Una jugada de tiralíneas que ejemplificó la frustración sevillista. Isco citó a Mir ante Dimitrievski, que abortó el disparo sin que el murciano acertara entre palos tampoco en el rechace, que le favoreció. Lo intentaba el equipo, se arrimó al gol Lamela, pero todo se fue al garete a la hora de juego, cuando de un ataque no culminado por el Sevilla montó un contragolpe el Rayo con un pase en profundidad y en diagonal de Unai López que Álvaro García, sevillista confeso, canjeó en el 0-1. A la contra, el propio García y Salvi pudieron cerrar el duelo mientras el Sevilla, con el impulso del corazón pero desnortado, buscaba el empate a la desesperada que no llegó. Lo pudo hacer Catena, en un mal despeje, cuando el partido, que se estiró hasta casi los cien minutos, se agotaba mientras Mateu, qué ansia de protagonismo el suyo, no paraba de sacar amarillas. La herida se agranda. El miércoles toca visitar al City y el domingo, al Betis.
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