Cádiz - Sevilla: Con licencia para soñar con lo que sea (0-1)
El tanto de Ocampos bastó para superar al Cádiz; el Sevilla deja al quinto a diez puntos y se acerca al líder
Lopetegui: «Hemos sumado tres puntos en un campo difícil y ante un rival poderoso»
Iván Romero: «Estoy muy a gusto con el trabajo que hemos hecho todos»
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Iniciar sesiónBúsquele un problema al Sevilla, que ahí dentro, donde se cuecen las papas, en el mismísimo vestuario del primer equipo de la ciudad deportiva, le encontrarán una solución. Con Monchi a lo Tarantino, Lopetegui a lo Mr. Wolf arreglando desaguisados en Pulp Fiction , ... y Ocampos a lo Travolta, el equipo sevillista se presentó en tierras gaditanas para llevarse el botín y decirle al mundo del fútbol que en el sur de Europa hay una forma de entender la vida. El partido que hizo anoche el Sevilla en el Nuevo Mirandilla fue de equipo grande, de esos que en Nervión durante el siglo XX se podían ver en la televisión. Llegar, jugar y ganar. Llegar, jugar y ganar. Así, a lo grande, a lo bestia, como los mejores, sin necesidad de volverse locos, el Sevilla sigue afanándose en no despertar de un sueño maravilloso. El resultado de ayer le permite dejar al quinto a diez puntos, y acercarse al Madrid, el líder, a sólo cinco y con un partido menos. Seguramente, nadie en el seno de la entidad de Nervión, hablará de ganar LaLiga, y, hasta cierto punto es lógico. No es el objetivo. No pasa nada. Partido a partido; ok. Pero es que... pinta tan bien.
El equipo tornó en plantilla, y la plantilla, ayer en el terreno de juego con futbolistas como Iván Romero , está dibujando una forma de ser. El compromiso ya era palpable, y también el esfuerzo innegociable de cada uno de sus futbolistas para darlo todo. Pero anoche, en el Nuevo Mirandilla, se conoció que hay jugadores que están capacitados para aparecer por donde sea en beneficio de todos. Acuña, que lleva toda su vida jugando en la izquierda, comenzó en el centro de la defensa y terminó en la derecha; Diego Carlos, acostumbrado a lidiar con la ayuda de Koundé, se hizo aún más fuerte con la presencia de Gudelj; Augustisson, que tardó un mundo en debutar y que levantó en las primeras jornadas las lógicas dudas, se metió varios kilómetros entre pecho y espalda como si hubiera mamado desde chiquitito el biberón del sevillismo. Todos, a una. Fernando, antes de que cayera lesionado (otro más) enseñó en Cádiz cómo se puede ver de espaldas, e Iván Romero, con 20 añitos, hizo de veterano para romper las líneas de la defensa local.
Tras avisar Jordán con un disparo que se fue fuera por muy poco cuando no se había llegado al minuto 2, Negredo probaría con un lanzamiento desde el centro del campo para tratar de sorprender a Bono, adelantado. El partido cogió muy pronto un ritmo bueno. Papu lo intentó también, así como Ocampos con un disparo en el minuto 45 que atajó bien Ledesma. Poco más habría en una primera parte de ciertas imprecisiones y falta de chispa por parte del Sevilla en los metros finales.
En la segunda, y cuando Fernando estaba aún respirando fuerte tratando de soportar el dolor de su pierna izquierda tras ser sustituido por lesión, llegaría el premio para el Sevilla. El brasileño, que estaba haciendo un muy buen encuentro, tuvo que abandonar el terreno de juego en el minuto 55, y sólo dos después llegaría el tanto de Ocampos, a la postre el único del partido y el que le dio los tres puntos a los de Nervión. En una jugada a balón parado, Iván se la dio a Rakitic, para que este se la pasara a Ocampos, que venía por la izquierda como un cohete para chutar con el alma. Los abrazos de los protagonistas, de la infantería de Nervión desplazada a Cádiz, marcaron lo que quedaba en el camino: más empeño, más fuerza.
El equipo amarillo se vino abajo y el Sevilla a punto estaría de sentenciar el duelo con ocasiones de todos los colores. Acuña, Rakitic, Óscar Rodríguez y Jordán firmaron algunas de ellas. Pero el marcador ya no se movería más. La falta de acierto de cara al gol evitó que el Cádiz se fuera con un resultado en contra más abultado. El Sevilla se cerró y dejó de jugar. Lopetegui, a lo Mr. Wolf, dijo que se acabó, que el trabajo ya estaba hecho y que tocaba poner final a la obra. A otra cosa, Zaragoza.
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