Barcelona - Sevilla: Carta de presentación (1-1)
El Sevilla sale del Camp Nou con la sensación de haber sido superior al Barcelona durante muchas fases y con un punto que sabe poco por sus méritos
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónSalir del Camp Nou con la sensación de que los locales se han ido vivos no es muy frecuente. Menos en un equipo que lleva desde 2002 sin llevarse el botín mayor de este rodeo. Once derrotas consecutivas. Lo de anoche ya quiere ... decir algo. El Sevilla está ahí. Mirando cara a cara al Barcelon a. De tal manera que quien abandonó el campo aliviado era azulgrana. Más allá de esas protestas que no validó el VAR, respiraron Koeman, Messi y compañía tras ver cómo el Sevilla se les subió a las barbas. Candidatura presentada. ¿A qué? A lo que haga falta. A todo. El equipo de Lopetegui desplegó su amplio repertorio de argumentos . Una presión alta asfixiante incluso para los azulgranas, especialistas en encontrar rendijas donde no las hay. Una solidaridad en el repliegue ejemplar. Un orden castrense en el bloque bajo. Generación de peligro. Combinación ágil arriba. Colmillo. Banquillo. Lectura. Coberturas. Una máquina que responde al nombre de Sevilla Fútbol Club. Que incluso se puso por delante gracias a un zapatazo de De Jong que sólo percibió Neto como un huracán que pasó por encima suya pero que recibió la cercanísima respuesta de Coutinho en el único error atrás. Ahí quedaron los fallos. Todo lo demás fueron aciertos en un despliegue físico inconmensurable, nacido de la creencia absoluta en el guion marcado. El Sevilla fue a por el partido y se llevó un punto. Una lástima en cualquier campo y un orgullo en el feudo de Messi. Tengan en cuenta a este aspirante.
Noticias relacionadas
Porque quien anduvo más cerca de celebrar el segundo tanto fueron Fernando o En-Nesyri, éste con afortunado acompañamiento de Araújo en el impulso hacia la meta de Neto. Imágenes del atrevimiento de un Sevilla que también tuvo a Bono entre sus destacados , sobre todo para frenar el remate de Trincao en ese tramo en el que los esfuerzos podían quedar en el cubo de las injusticias porque ambos bailaban fumando sobre gasolina. El duelo se convirtió en peligro constante, de área a área. En una suerte de invitación al riesgo adictiva para un Sevilla valiente que mereció más y que después temió un tanto en esa acción que el VAR revisó y dejó claro el sigan sigan cuando Diego Carlos llegó antes que Messi.
Hasta ese momento de la noche catalana la película había desarrollado su planteamiento y nudo. Faltaba el desenlace, pero escrito estaba sin que lo supieran ya sus protagonistas. De Jong marcó en el minuto 8 fotocopiando un córner que Suso y Jordán habían cocinado previamente. Koundé saltó encima del tocayo de apellido y compatriota del delantero sevillista. Luuk puso a prueba las costuras del Puma Accelerate para situar el 0-1. Se relamía el Sevilla con la ventaja temprana. Había que apretar, bajar el trasero y estar atentos, pero la respuesta azulgrana era ciclónica y preñada de suerte. Messi se activaba para lanzar a Jordi Alba y el escorzo de Jesús Navas para evitar el control del zurdo en el área propia se convertía en una asistencia para Coutinho, que batía a Bono. 1-1.
No hay tiempo para la depresión. Navas se rehace volando por su banda y a Fernando, como nueve, le faltan dos tallas de bota para marcar. Al Barcelona le cuesta pasar de la cal ecuatorial, incómodo en su casa y con balón. Sin pelota es un telón impermeable y con ella abre el campo al máximo para buscar superioridad en el carril central y apoyarse en unas alas ágiles. Lopetegui hace cambios valientes y hace coincidir a De Jong, Munir y En-Nesyri. Araújo tiene que mandar al larguero un centro del último. El Barcelona se asusta. Tiene que sacar la pelota desde su área pequeña, consciente de que cada balón largo iba a tomarlo de cara el plástico Koundé, el gigante Diego Carlos o el sabio Fernando. Los sevillistas muerden en la presión altísima pero no suicida. Es una ratonera para los azulgranas. Messi desaparece. Ni siquiera levanta la mano en el mediocentro, la zona que más pisó previamente. Los pulmones sevillistas tienen aire gracias a la fe que les da cada robo, cada balón perdido por el rival. Más cambios y el duelo se iguala por apertura. Koundé se anticipa al otro De Jong. Bono salva ante Trincao. Todos aportan en el punto que sirve como carta de presentación para lo que tenga que venir en un año en el que Lopetegui y su tropa no renuncian a nada.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete