Beticohéroes
«Tenemos a Canales y a Fekir; a Joaquín y al Ingeniero; a Guido y al Panda; y a unos tipos que como socios vais por más de 55.000 y hablando de abonados habéis renovado ya el carné en un 95 %. Qué ganas de veros a todos otra vez...»
El capitán del Real Betis, Joaquín, en un entrenamiento de pretemporada
El fútbol es ganar y perder. Como cualquier competición. Esto que es tan de Perogrullo, «que a la mano cerrada llamaba puño», no es asumido con la humildad y la verdad necesaria por todo el mundo. Queda muy bien decir según qué cosas, y por ... eso lo que vale —y más en estos tiempos— es lo que cada cual hace, no lo que dice. La deportividad de boquilla es para los perdedores, por mucho que ganen. Ojanetas de papel. Porque el ganador es más honorable cuanto más digno sea en la derrota. Sabemos eso de que se conoce a la pareja en el divorcio, a los hermanos en la herencia, a los hijos en la vejez y a los amigos en las dificultades, y para redondear el drama, ya puestos, yo añadiría que también se retratan el ganador en la derrota y el perdedor en la victoria. Y por todo esto, porque el fútbol es eso, ganar y perder, y se pierde constantemente así en el deporte como en la vida, el Betis es un club singular. Diferente. Lo he escrito muchas veces, y lo seguiré haciendo porque me gusta recrearme en esta realidad diferencial, tan envidiada por un lado e incomprendida por otro. Nos gusta ganar, como a todo el mundo. Nos encanta ganar y por eso competimos. Sí, queremos ganar siempre, y en esto somos como los demás. Nuestra diferencia, y nuestro orgullo más grande, es que sabemos perder, que es lo más noble que puede reconocerse en quien compite por algo.
Esto es lo que significa el «manque pierda». Hay quien se ríe de este viejo lema nuestro por delante… e intenta copiarlo de alguna manera por detrás. Porque es grandioso. Somos tan tuyos cuando ganamos como cuando perdemos, Betis. Y es una declaración de amor, hermosa sin duda, y es definición. Espléndida definición de una idiosincrasia magnifica. Así somos y así han de ser los que nos trasciendan, porque esta es la herencia emocional que recibimos y dejaremos. No, el «manque pierda» no es esa mediocridad que los envidiosos pretenden interpretar, no es un refugio que nos fabricamos para huir de la recurrente derrota. Es el respeto y el honor para el que nos gana, algo que sólo puede ofrecer el que vence con humildad.
Todo esto es identidad, y la identidad la consolidan las generaciones que pasan y que vigilan que todo evolucione para que lo mollar permanezca igual. La identidad puede ser un invento, puro marketing que suele tener un recorrido más bien corto, o puede ser realidad emocional, en cuyo caso no sólo es pura, sino que es indestructible. El Betis de hoy es muy distinto del que disfrutó y apoyó mi abuelo, pero en esencia sigue siendo el mismo porque de eso nos hemos preocupado y nos hemos ocupado los béticos de los últimos cuarenta años. Como se hizo antes, y como se hará después. Esa esencia son las trece barras, el verde y el blanco, Heliópolis y el «manque pierda». Defendido con uñas y dientes. Sin ambages. Sin volantazos. Y sin copiar nada a nadie.
Sobrados de épica
No sería posible alimentar esta identidad sin la épica. Esto también es tan cierto como que nos cubre el cielo. Los episodios de excepción son los que van esculpiendo una realidad potente, y de eso anda sobrado el Betis. También en esto es singular nuestro club. Porque de episodios de simas y cimas, como se decía y escribía antaño, es rico como ninguno. ¿Y quién protagoniza todos esos momentos altos y bajos? Los héroes y los antihéroes. De estos últimos no nos olvidamos, sobre todo porque debemos tener siempre presente en qué barros nos pringamos. El fundamento empírico nos dice que todo lo que ha sido puede ser de nuevo, y al lugar en el que un día habitaron fantaguzzis y meades pueden regresar las golondrinas más oscuras en cualquier momento. Hay que evitarlo como sea, luego no olvidemos. Otros son los que merecen gloria y altares. Los beticohéroes. Los que han definido nuestra personalidad, nuestros rasgos y nuestra peculiaridad. Hace nada tropecé en una reunión amistosa con un acérrimo seguidor valencianista. Es lo que tiene Madrid, que no te encontrarás a tu ex, como dice Ayuso, pero te puedes dar de bruces con cualquier otro contrario. El hombre, simpático donde los haya, torció el morro cuando quien nos presentó me identificó como bético. Luego fue sincero y me contó su historia más reciente con resignación. «Los días previos a la final de Copa estuve buscando aliados en Madrid, pero no encontré ni uno. Todo el mundo quería que ganara el Betis. Y mis amigos me lo dijeron: date por jodido, que aquí no sólo es que caiga mal el Valencia, sino que es que el Betis le cae bien a casi todo el mundo. Asúmelo. Estás solo entre la muchedumbre».
Quien no tiene este patrimonio dirá que con poco nos conformamos y que somos los pagafantas que caemos bien a todos porque no ganamos a nadie, pero la simpleza se califica por sí sola. Este buen hombre valencianista me aseguró después de contarme su triste historia que ni por esas le tiene antipatía al Betis, y esto a mí me enorgullece porque no hay como caminar por la vida entre sonrisas y con el respeto de los demás. El que ha ido construyendo durante los años la actitud deportiva de tanta gente como ahora podríamos mencionar. Entre ellos, no hay duda, está Joaquín Sánchez, cuya infancia nos está contando este portal web con todo lujo de detalles en una miniserie preciosa. Es fantástico crear estas figuras inmensas que enriquecen nuestro nombre y nuestro prestigio. Los beticohéroes, como Joaquín, son los albañiles de nuestra reputación, y a ellos les debemos mucho más de lo que creemos, como ellos saben que les deben al club la oportunidad de haber sido algo más que buenos futbolistas.
Joaquín y el Ingeniero...
Tengo la sensación de que en este Betis que nos ha tocado en suerte están conviviendo varios beticohéroes. Es probable que no seamos conscientes de esto, porque el tiempo es el que ofrece la perspectiva para valorar estas verdades. Hagan lo que hagan en lo que viene, los de Fekir o Canales son nombres que van a quedar para siempre en la lista de los grandes talentos de nuestra historia, de esto no tengo duda, pero es que ya están instalados perfectamente y con toda comodidad en nuestro olimpo tanto Joaquín como Manuel Pellegrini, que acaba de cumplir sólo dos años como bético hace un par de días. Con él solamente hemos perdido un 25 % de los partidos y hemos ganado más de los que no hemos ganado (50 sobre 99). Pero sobre todo hemos conquistado un título copero, nos hemos clasificado dos veces consecutivas para las competiciones europeas y hemos compactado un estilo tan vistoso como práctico que se ajusta como anillo al dedo a lo que queremos ser siempre, ganadores con estilo, porque lo de ir a la victoria por el camino de la grosería no se nos dio nunca bien. Para quienes somos humildes, todo esto es muchísimo, y nuestra gratitud es infinita.
Es una gozada seguir las evoluciones de los primeros días de entrenamientos de este grupo sabiendo que ahí están todos estos tipos que tanto nos hicieron disfrutar el año pasado. Dicen que para ajustar las cuentas hay que transigir con algún traspaso doloroso. Yo confío en que algo se inventen H&C para que sigan todos los que son, que no son todos los que están, usted me entiende, y que sigamos disfrutando de quienes no nos deben faltar. Pero si finalmente hay que tragarse algún sapo, lo haremos. Porque somos modestos en nuestra grandeza y estamos acostumbrados a luchar con otras armas. Pero sobre todo porque los que se queden sí que van a contar con los beticohéroes más importantes. Los que dan soporte a la leyenda, los que dan sentido a todo esto. Los que hablando de socios ya son más de 55.000, que es una locura, y los que hablando de abonados han renovado sus carnés en un 95 % a más de un mes para que comience la Liga, que es una bendición. Estos son los beticohéroes que al final coronan la identidad excelsa de esta entidad que, lamentablemente para muchos, no se puede clonar. Ganas de veros de nuevo a todos. A los que jugáis sobre el terreno de juego y a los que lo hacéis en la grada. Porque juntos, no se nos olvide nunca más, somos mucho más fuertes. Ya queda menos para volver a ser uno en nuestra ceremonia heliopolitana, beticohéroes. Y no veo la hora.
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