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entrevista

«Algo tan español y tan de verdad como la Fiesta... eso es imposible quitarlo»

Mañana lunes, día 24, cumple 85 años. Julio Pérez «El Vito», uno de los banderilleros más grandes que ha dado la Tauromaquia. Y sigue al pie del cañón en el toro, con su porte de galán de cine. Porque fue, es y seguirá siendo torero...

gogo lobato

fernando carrasco

Sus formas, su manera de andar, de hablar... Julio Pérez «Vito», torero por los cuatro costados. Matador de toros de postín en la segunda década de los cuarenta y principios de los cincuenta; a partir de ahí cambió el oro por la plata para hacerse leyenda en el mundo de los rehiletes. Mañana cumple 85 años y parece que va a tomar un capote o unas banderillas y va a dejar media verónica —como la de la fotografía en la entrada de su casa de hace tres años en «Peñalosa»— o a dejar un par en todo lo alto. Así es Julio Pérez. Vito en los carteles.

«Ser torero es una cosa que es muy difícil saberla expresar. Un hombre se juega la vida transmitiendo arte en un cuarto de hora... es un sentimiento especial. Ser torero supone tener una sensibilidad fuera de lo común ». Su mente funciona a la perfección. En su casa en Castilleja de la Cuesta, los recuerdos —fotografías, óleos, premios— jalonan el precioso salón que preside la cabeza de un toro de Miura «al que le corté las dos orejas y el rabo en Cartagena. Míralo, míralo bien. Ponte aquí —y nos separamos unos metros— y cítalo. Eh, que hay que tener para echarle la muleta “alante”».

Tomó la alternativa en Valencia, en 1946, de manos de Carlos Arruza y con El Choni de testigo. Y se encontró, nada más y nada menos, que con «Manolete, Cagancho, Chicuelo, Gitanillo de Triana, Pepe Luis Vázquez, Pepín Martín Vázquez, El Andaluz, la casa Bienvenida, los Dominguines, Domingo Ortega... y luego, entre otros, con Ordóñez, Litri, Puerta, Camino, El Viti, Limeño... con todos toreé», recuerda y echa la vista atrás. « No debí tomar la alternativa tan joven . Manolete le dijo a mi hermano que me esperase. Pero yo había triunfado de forma muy fuerte como novillero en Valencia, Barcelona, Madrid y Sevilla, entre otras plazas de importancia. Tenía mucho cartel y quería ser matador de toros».

Desgraciadamente, las cornadas hicieron mella en este camero. « Con 17 años me pegaron la primera cornada . Fueron todas muy fuertes y muy seguidas. En Jaén, en el año 46, me pegaron una muy grave en la ingle. Incluso me dieron la extrema unción. Ahí estrené yo la penicilina en España, que trajo un médico amigo mío de Gibraltar», dice sonriendo. Luego, en 1947, triunfos en Castellón y Valencia. Llega Sevilla «y otra cornada fuerte. Me recupero, reaparezco en Barcelona y otra de las fuertes. Me dieron siete pero de las graves».

A pesar de ello no perdió su concepción del toreo. «Los propios compañeros solían decir, “¿pero tú te has fijado lo bien que torea el Vitito?”. Pero tantas cornadas me hicieron pensar y decidí hacerme banderillero . El torero tiene que reconocer cuándo no transmite. La vida no es sólo torear. No me encontraba bien y me pasé a los de plata. Y, ojo, que he salido a hombros en casi todas las plazas en los cinco años de matador de toros».

Y el rostro se le ilumina de nuevo. «Un día, Luis Miguel Dominguín , antes de hacer el paseíllo, miró para atrás, a las cuadrillas, y me dijo: «¿pero no te da vergüenza estar ahí, si tú tenías que estar aquí delante».

Aquella crónica...

Mas el destino le tenía preparada una carrera como banderillero de las que marcan una época . «Me acuerdo de una crónica de don Antonio Cañabate. Toreaban Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez y Jaime Ostos. Una corrida de Atanasio. Estaba lloviendo y cogí las banderillas... tituló don Antonio: “Cogió El Vito las banderillas y salió el sol”, y decía “cómo banderillearon El Vito y Luis González”. Y contaba en la crónica que “la señora que estaba a mi lado me dijo: yo creía que esas banderillas sólo salían en las panderetas y en los abanicos. Y hoy se las hemos visto aquí a nuestro Vito”».

Porque si era difícil ser figura de oro, también en los de plata era harto complicado . Y lo sabe bien Julio Pérez «Vito», que deja una lista que es para frotarse las manos. «Angelete, Michelín, José El Andaluz, Chaves Flores, Tito de San Bernardo, Almensilla, Luis González, Pepe Blanco, Juan de la Palma, Alfonso Ordóñez... como siga diciendo nombres vas a tener que coger todo el ABC para mí —ríe abiertamente—. Éramos muy puros».

Le pregunto por los de ahora. «¿Los de ahora? Extraordinarios tanto con el capote como con las banderillas. Son muy puros y, fíjate bien, que les están dando más cornadas que en toda la historia del toreo. Hay profesionales magníficos, de un altísimo nivel».

Cambiamos de tercio. Miguel Báez «Litri ». De nuevo, El Vito cambia de expresión. A sus órdenes Julio Pérez ha escrito páginas gloriosas en el toreo. Pero él va más allá. «Como persona y como torero, algo fuera de lo normal . Un gran hijo, un gran padre... le he presenciado tantas cosas buenas dentro y fuera de los ruedos que es imposible ponerlas todas. Me harían falta dos “abecés” por lo menos para enumerarlas todas».

Se queda con aquella comida que siempre organizaba en “Peñalosa” para «sus amigos. Fíjate en el cartel: Pepe Luis Vázquez, Pepín Martín Vázquez, Paquito Casado, Chaves Flores, Luis González, El Andaluz, Juan de Dios Pareja Obregón, Curro Romero; nuestro amigo y gran “torero” Paco Gandía, Diego Puerta, Antonio Gallego, Antonio Astolfi, Pedro Macías, Fernando Vázquez, el recordado Manolo Ramírez; Manuel Barrios, Luis Manuel Halcón, Rafael Martín Vázquez y, por supuesto, él y yo. Me da mucho sentimiento, porque ya no podemos organizar la comida porque la mayoría ya no están entre nosotros. Pero Litri nos reunía a todos siempre, siempre...».

Y pasamos a la actualidad. ¿Cómo ve el toreo presente El Vito? «Muy de verdad. Hay matadores de toros buenísimos, de una categoría impresionante, fuera de lo normal. Te puedo decir que en la vida han echado toros con los pitones y ese cuajo que tienen ahora . Por ponerte un ejemplo, antes el palillo de la muleta sería de unos 30 ó 35 centímetros, y ahora es de un metro porque el toro no cabe. Nosotros, los capotes casi los cogíamos por la esclavina y ahora eso es imposible; son más grandes porque si no el toro no cabe».

Difícil ser torero

Mantiene que el toreo «es la única profesión en la que no pasas a la reserva» y recuerda lo que le decía su padre: «Mira si será difícil ser torero, que tú pones en una plaza a una cola de gente y les das a elegir entre ir al toro o subirse en una nave para ir al espacio... pues se acaba el papel para subir a la nave espacial».

¿Y la Fiesta? ¿Qué le parece a El Vito que quieran suprimirla? «Hombre, una cosa tan española, tan pura y tan de verdad... eso es imposible quitarlo».

Tampoco elude la cuestión de la prohibición del toreo en Cataluña . «La primera vez que fui a Barcelona, una novillada, yo era un muchacho de Camas que me había criado allí y sólo conocía La Pañoleta y Las Pajanosas. Y llego a esas Ramblas, con esos señores de esa categoría, hablando el catalán tan bien, porque hoy son “cruzaítos”... ¿sabes lo que es ver a don Pedro Balañá anunciar un jueves a Manolete y dos más, el sábado a Chamaco y dos más y el domingo a Litri y dos más. Yo fui un enamorado de Barcelona y ahora no parece Barcelona ».

Mil historias para contar, vividas en primera persona por quien, a punto de cumplir 85 años, todavía se sube a su coche y se hace 500 kilómetros para ir a una ganadería a reseñar toros. La misma ilusión y, sobre todo, el mismo porte de galán de cine. Julio Pérez «El Vito». Genio y figura siempre.

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