LIBROS
David Gistau, talento para escribir y para vivir
Se cumple un año de la muerte de David Gistau y esta antología recoge buena parte de sus textos. Periodismo mayúsculo

Si David Gistau hubiera visto lo que se escribió de él hace un año y lo que se está escribiendo estos días en el aniversario de su muerte, no me extrañaría que le habría salido una frase propia de Belén Esteban: ni que fuera ... yo Lady Di . Le haría gracia ese apelotonamiento como de salida de Saigón por ver quién era más amigo. Porque cuando uno ve el mundo desde una mirada tan inteligente, también ve con la mirada inteligente lo que a él concierne. Desde el humor, que en el caso de Gistau no está reñido con la profundidad del análisis y el talento, ese privilegio.
Según su amigo Garci, David tenía talento para escribir y para vivir. Miren al infeliz de Foster Wallace. Y «un retrato del columnista y de la persona a través de sus textos» es lo que ha pretendido David Lema en El penúltimo negroni , libro que recopila columnas, crónicas y reportajes de Gistau en La razón , El mundo y ABC. Se echa de menos eso de lo que hablan Manuel Jabois en el prólogo y David Lema en la introducción, sus reportajes tempranos en la revista Paisajes desde el tren . Sólo hay un extracto («Pennsylvania Station, vía 7. 07. 02. pm del Día Dos»). También echo de menos algún guion de Esta noche cruzamos el Mississippi . O textos de ), dirigida por Ignacio Ruiz Quintano, a quien David calificó como el mejor columnista de España. Aunque sí hay uno de los horóscopos firmados por Matilde Urbach.
Desdeñosa
El libro está estructurado en siete apartados . El primero, «Rosebud», con el Gistau más familiar y personal. En una de esas columnas, su primogénito le dice: «Papá, eres tan siglo XX…». Quizá, pero del columnista salvaje al maduro hay una evolución y comprensión de cualquier presente . Aunque llegara sólo a 2020 y no lo viera. Luego vienen textos políticos en dos apartados («Gistau, desencadenado» y «Rocanrol reglamentario»). Un bloque dedicado a la cultura y sucedáneos («Cómo ser Norman Mailer»). Al final, «Figurante de guerra» (también fue corresponsal de eso) y «El puto folio del columnista». Otro anterior dedicado al fútbol.
Y sí, está el taconazo de Guti, los triunfos de la selección, la marcha de su amigo Xabi Alonso, la muerte de Quini o l a llegada de Ramos al Real Madrid : «El último héroe acogido por la grada del Bernabéu es Sergio Ramos, un chaval que recuerda a un indio de ‘Apocalypto’ comiéndose el corazón de un enemigo». También el día en que Butragueño se hizo «esférico», cuando llamó a Florentino «ser superior». Dijo Gistau en una entrevista (y la frase aparece en la contraportada): «Yo sigo escribiendo lo que me da la gana». Y eso incluía no temer a Florentino, a la anterior vicepresidenta del Gobierno (a la que quizá atribuía maldades por encima de su intención), escribir de manera gamberra al principio en La razón («El jeta de Valdano es un protegido de Prisa») o tratar la barba de Casado por frívolo que pareciera.
El libro pretende un retrato del columnista y de la persona a través de sus textos
También (esa crónica no está en la recopilación) cuando con motivo de los 40 años de las primeras elecciones, y ante la ausencia de Don Juan Carlos, escribió: «Se diría que Felipe VI, así como su esposa, cada vez más desdeñosa y fruncida, no querían recibir en herencia el legado, sino quedárselo, asociarse ellos al hito fundacional». El mérito está en escribir esto en ABC (29 de julio de 2017). Lo que le daba la gana.
El libro, tan completo como escaso (siempre recordaremos una columna omitida), no tengo claro a quién va dirigido. Si a los que lo leíamos o a los que no lo han leído. A los que lo extrañan o a los que no lo han conocido. En todo caso, es un recuerdo de lo que los periódicos han perdido. Sobre todo, este. Se le echa de menos mucho más que a Lady Di.
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