Música clásica
Porompompero
Obras de Ravel, Falla, Martínez-Burgos y Rimski-Kórsakov. Int.: J. Achúcarro, ONE. Dir.: M. Harth-Bedoya. Auditorio Nacional. 22-XI0
Es cierto: hacen falta millones de horas inútiles antes de que se produzca un momento estelar que determine el rumbo de la historia. Lo fue la inauguración del Auditorio Nacional de Música de Madrid hace veinticinco años, pues multiplicó la oferta musical de la capital en una proporción más adecuada a la demografía al tiempo que permitía que cada música se ubicara en su contenedor, particularmente que el Teatro Real se responsabilizara de la ópera. Desde entonces ha habido otros instantes luminosos, aunque de carácter más difuso, pues tienen que ver con la propia experiencia de todos los que han circulado por el Auditorio y a los que la música les ha proporcionado satisfacción.
No hay que ir más lejos, pues esto ya es mucho y no siempre fácil de lograr. El propio Auditorio ha puesto el ejemplo con el concierto de su aniversario: feo, malo y pobre. Impropio, en definitiva, porque faltó la chispa del ingenio que en tantas ocasiones es capaz de compensar resultados mediocres. Véase si no lo ripioso del programa: «Rapsodia española», «Noches en los jardines de España» y «Capricho español», todo colocado como remedo de lo que la ONE acaba de exportar en su reciente gira por Omán.
La cuestión es que la anécdota no sería noticia si el maestro Miguel Harth-Bedoya, con independencia del juego dinámico entre el fuerte y el piano, les hubiera dado otro perfil artístico a estas obras con un Ravel menos deslavazado, un Falla más exacto en la concertación y un Rimski-Korsakov que hubiese mirado más a la calidad instrumental que a la alegría de la pandereta. En ese contexto, el pianista Joaquín Achúcarro flotó con solvencia antes de que el «Nocturno, opus 9/2» de Scriabin le permitiera demostrar su categoría. En el caso del compositor Martínez-Burgos y su «Before Silence», premio del Concurso de Composición Auditorio Nacional de Música-Fundación BBVA, esperará a otras interpretaciones menos confusas.
El director general del Inaem, Miguel Ángel Recio, presentó el concierto dando en el clavo: el gran patrimonio de este auditorio está en su público. El que asistió al concierto aplaudió agradecido. Son muchos años de alegrías.
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