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Las 10 preguntas al hombre de Flores

El decano de los paleontólogos españoles completa en esta página las diez cuestiones sobre el descubrimiento del hombre de Flores planteadas por ABC el pasado 30 de octubre, dos días después de la publicación del hallazgo en «Nature»

Restos de un Homo floresiensis hallados en la isla indonesia de Flores. REUTERS

1. ¿Por qué evolucionó el Hombre de Flores hacia formas arcaicas, y redujo su tamaño corporal?

Dicen ustedes bien que mamíferos de tallas grandes evolucionan a formas enanas, cuando «no necesitan una robusta corpulencia» como defensa contra carnívoros. No es «arcaísmo» sino adaptación. Ocurre en otros territorios confinados. Muy conocida en elefantes y rumiantes de islas del Mediterráneo, océanos y grandes lagos, donde en cambio hay fósiles de roedores y lagartos gigantes. Se prepara un libro homenaje al paleontólogo holandés Paul Sondaar, que lo ha estudiado ampliamente. El Dr. Antonio Valverde lo expuso ya en la década de 1960. Y hoy en día hay razas enanas en nuestra especie Homo sapiens, como los pigmeos Mbuti del Zaire y los que llaman «negritos» en las islas Luzón, Mindanao y Palawan, de las Filipinas, en las islas Andamán, en Malasia, no tan lejos de la Isla Flores.

2. ¿Era capaz de hablar?

Contesto con otra pregunta: ¿y por qué no? Podrían discutirse grados de desarrollo y complejidad del lenguaje, como se discuten los lenguajes de los Neandertales y sus predecesores del Paleolítico Inferior. Los pigmeos Twa, en los límites de Zaire, Ruanda y Burundi, hablan las lenguas de sus vecinos, Hutus o Tutsis.

3. ¿Puede un cerebro pequeño hacer grandes cosas?

¿A qué llamanos «cerebro pequeño»? El nuestro es más pequeño que el de los Neandertales, y hacemos cosas «más grandes». Nuestras mujeres tienen el cerebro más pequeño que los varones y no son menos inteligentes: se diría que tienen la inteligencia más concentrada. En gatos monteses y domésticos se ha estudiado la pérdida de muchas neuronas registrada en éstos. Un número de neuronas se puede compensar con ventaja en nuevos niveles de circuitos entre ellas, que acrecientan la inteligencia. Los pigmeos pueden además tener tantas neuronas, pero más pequeñas. Buenos antropólogos comparan, no tanto los volúmenes de los cerebros, sino la proporción entre el volumen cerebral y el tamaño o peso del cuerpo.

4. ¿Podrá analizarse su ADN?

Esperemos que sí. Y que pueda compararse con el de los pigmeos del Zaire, y el de los «negritos» de Filipinas y Australasia. En estos últimos, muy próximos a la isla Flores, se plantean y estudian posibles parentescos con razas de Malasia, Melanesia, Micronesia y mongólicos del Sureste de Asia.

5. ¿Era una especie arborícola?

Se afirma que eran bípedos. Nosotros también trepamos a los árboles: unos más, otros menos. Quedamos en que necesitaban hacerlo no tanto para protegerse de enemigos como para recoger alimento.

6. ¿Tenían... conocimientos de navegación?

Entre el Robinson aislado y el capitán o el armador de barco también hay muchas posibilidades. Cuando se descubrieron en Flores utensilios paleolíticos, se tuvo por seguro que sus autores habían cruzado desde otra isla de Indonesia por mar, en tiempos prehistóricos. Esa deducción es correcta, porque en tiempos pasados ha descendido el nivel del mar dejando istmos entre continentes hoy separados, o uniendo islas con continentes. Así consta que llegaron a Java los primeros pitecántropos (Homo erectus). En la estratigrafía de sus lugares de yacimiento se ve que el fondo del Mar de la Sonda se eleva y convierte primero en playa, luego en charca o marisma, por donde pudieron pasar mamíferos. Pero se sabe que, en el mismo archipiélago de Indonesia, éste no pudo ser el caso entre Timor y Flores: están muy próximas, pero las separa el célebre «Canal de Wallace», muy profundo, entre dos grandes placas de corteza oceánica. Asi que aquí no valen descensos del nivel del mar. Ahora bien, tampoco es indispensable navegar en sentido estricto. Algunos animales cruzan esos estrechos, sin pretenderlo, en maderas flotantes. Lo mismo pudo pasar con seres humanos prehistóricos que poblaron islas de Oceanía (o que cruzaron entre Africa y Europa), bien por accidente, o bien imitando con artificio esas balsas naturales.

7. ¿Coexistió con Homo sapiens?

Obviamente, los pobladores de Australia y de los archipiélagos de Oceanía se han extendido por el mar, y las comunicaciones entre ellos son escasas. Es en tales archipiélagos donde se han producido los fenómenos de especiación por aislamiento, y donde estudiaron la evolución de las especies Alfred Russell Wallace y Charles Darwin a mitad del siglo XIX, y cien años más tarde Ernst Mayr. Diez mil años de aislamiento y cambios anatómicos no bastaron para aislar genéticamente a los japoneses, ni treinta mil a los tasmanos. Recordemos que hoy viven «negritos» en islas próximas. Negar a los pigmeos de Flores la autoría de sus utensilios y hacerlos víctimas de «nuestra especie» sería gratuito y peliculero.

8. ¿ Es el fin de la teoría multirregional del origen del hombre?

Pienso que más bien al contrario. Nos está mostrando en el Pleistoceno Superior una humanidad parecida a la actual, diversa en razas, dispersa y adaptada en diferentes espacios geográficos, no tan comunicada como la de estos años, ni tan presionada por la sobrepoblación. Podrían tener menos encuentros, pero no se ha demostrado que sus eventuales mestizos hubieran de ser estériles, ni que en cada encuentro tuvieran que guerrear hasta exterminarse. Ese modelo de muchas especies, de que todas las razas hayan de ser «especies» genéticamente aisladas, y hayan de extinguirse quedando una sola, es gratuito, y no digo a qué me recuerda. Los datos de la Paleontología humana y de la Arqueología convergen cada vez más en una evolución a la vez y en el mismo sentido, por un lado en el físico y por otro en el talento, de distintas razas geográficas. Y así desde hace algunos cientos de miles de años.

9. ¿Árbol robusto?

Está claro que árbol. Y un árbol excepcional. Ninguna especie animal ha alcanzado una extensión geográfica como la humana, ni se ha podido adaptar a tan distintos ambientes. Es parecida a las llamadas «macroespecies» o «hiperespecies», donde vemos que no es imposible una gran diversidad dentro de la condición de «especie» propiamente dicha: esto es, con híbridos potencialmente interfecundos. A pesar de la oposición de seudocientíficos de los últimos siglos, al servicio de potencias económicas, el mestizaje entre razas modernas es un éxito, y no se ha demostrado que no lo fuera entre razas prehistóricas, aun cuando algunas (pocas) se hayan extinguido. La nuestra es, y viene siendo, una especie politípica, esto es, diversa y rica en comunicación, a pesar del Babel de las lenguas.

10. ¿Habrá que tomar en serio la Criptozoología?

No sé nada de Criptozoología. Pero si hay dificultad en investigar especies de animales actuales confinadas en ambientes marginales y difíciles, más divertido es buscar, encontrar y estudiar nuevas razas -aunque no sean «especies»- humanas, más o menos raras y problemáticas, y reconstruir su ambiente y problemas evolutivos.

Las cuestiones de interés que aquí se plantean son dos: primero, si hay algún parentesco entre el pigmeo fósil de Flores y alguno de los «negritos» actuales de la región, o el enanismo insular se ha repetido independientemente. Segundo, si la población del «floresiensis» desciende de los primeros ocupantes que se atribuyen al Pleistoceno Medio o si Flores fue colonizada más de una vez; si llegaron enanos a la isla, o el cambio ocurrió en ella. En todo caso, es verdad lo que dice el titular del pasado sábado en la página 50. «Todo gran descubrimiento científico abre, a su vez, numerosas cuestiones nuevas y plantea preguntas...». Tenemos que atender y entender bien éstas: no desoirlas ni cambiarlas.

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