«Donde no hay agua no puede haber vida, pero también mata»

Una influencia en la vida de estos alicantinos que ha permeabilizado tanto que es una de las protagonistas y, además, da nombre a la ópera prima de López Riera. «Suena muy cursi pero es verdad, porque donde no hay agua no puede haber vida», explica la directora. «Pero mata», añade. Una fuerza desmedida de la naturaleza está presente en la consciencia colectiva oriolana.

No es necesario irse muy lejos en el tiempo para descubrir el poder devastador del agua. La última 'gota fría', acontecida en 2019, dejó 425 litros por metro cuadrado y aisló por completo la capital de la Vega Baja, provocando numerosas pérdidas materiales y económicas y arrebatando una vida. «El agua es un elemento ambivalente porque da vida, pero también miedo», señala.

Recuerdos temerosos que a López Riera le llevan a 1987. En aquella época, la joven directora contaba con apenas cinco años y esos miedos se plasman en este largometraje. «Tenemos una forma muy visceral de vivir con ella y hemos tenido muchísimos problemas. Esto es una zona muy seca y quizá no estaba preparada para tener cítricos y se han plantado cientos de naranjos, había que traer el agua porque estamos hablando de una región casi desértica pero si llueve lo hace muchísimo y le tenemos miedo y genera leyendas», revela.

Su primera película se basa, precisamente, en ese misticismo y en una vieja creencia popular que ha pasado de generación en generación, según la cual algunas mujeres están predestinadas a desaparecer con cada nueva inundación porque tienen 'el agua adentro'. «En esta zona hay miles de millones de leyendas y muchas de ellas son sobre el control de la mujer con el agua». Esta herencia popular que ha pasado de generación en generación y López Riera ha plasmado en 104 minutos de ficción.

El primer 'largo' de la alicantina lleva al espectador, como sus cortometrajes precedentes, a Orihuela. «No sé por qué siempre transcurren ahí», responde por teléfono entre risas. «Es una relación de amor-odio, porque siempre he querido irme pero luego siempre vuelvo», añade.

Las raíces están bien arraigadas en la filmografía de López Riera, «siempre me gusta contar con mi gente» y el agua ahí también forma parte la idiosincrasia de Orihuela. Este último guion se construye sobre una tormenta que amenaza con volver a desbordar el río que atraviesa «una localidad del sureste de España», reza la sinopsis de 'El Agua'.

Mientras el líquido elemento forma parte de las vidas de los vecinos, una vieja creencia popular afirma que algunas mujeres están predestinadas a desaparecer con cada nueva inundación porque tienen el agua adentro. «Es una construcción social, no cultural que vamos repitiendo de generación en generación, como si fuera una verdad dada de antemano» apunta López Riera. «Con este planteamiento quería plantear muchas preguntas, pero no he encontrado las respuestas sino que han surgido más cuestiones», comenta.

En total, una hora y cuarenta y cuatro minutos de metraje que mezcla ficción, misticismo y realidad de las mujeres de Orihuela que «dan legitimidad a la parte de ficción y quedan registradas», añade la directora novel, y con su entorno. «El casting lo hizo mi mejor amiga que la conozco desde los tres años, hay que trabajar desde lo colectivo y eso es el amor verdadero».