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Carolina, de icono del glamour a mito del arte

Una reúne cerca de doscientas fotografías y pinturas de retratos de la princesa de Mónaco

JUAN PEDRO QUIÑONERo

Carolina de Mónaco ha pasado de princesa a monumento nacional, «canonizada» oficialmente a través de una gran exposición, que, bajo el título de «Retratos por...», reúne cerca de doscientas obras (fotografías y pinturas) firmadas por Helmut Newton, Francesco Vezzoli, Andy Warhol, Robert Wilson y Karl Lagerfeld , entre otros grandes del género. Así, el nuevo Museo Nacional, en el palacio de Villa Rosa, instala de una manera simbólica a Carolina en el pedestal de los grandes monumentos, junto a su difunta madre, Grace Kelly. Por otro lado, la exposición «De la Roca a Monte Carlo» relata visualmente la primera historia del principado a través de tres décadas de fotografías, de 1860 a 1890, los años fundacionales del Mónaco moderno. Se conjugan, pues, los orígenes del templo del gran lujo y el glamour con la definitiva consagración de Carolina como icono de nuestro tiempo.

Sin duda, las imágenes de los ya mencionados Newton, Vezzoli, Warhol, Wilson y Lagerfeld son muy distintas, según la variada sensibilidad de cada autor. Pero en todos ellos hay algo íntimamente común: haber sido seducidos por la silueta, el rostro o la personalidad de Carolina de Mónaco.

Las imágenes de ese mito han sido prudentemente «aisladas» de otros personajes de su entorno más cercano o de quienes fueron meros comparsas de la princesa. Amigos y sucesivos esposos han sido velados, olvidados y proscritos . Y es que los personajes mitológicos viven en la tierra de nadie de la leyenda, que también es una forma de soledad.

De la adolescencia a la plena madurez, de las imágenes de Warhol a las series mucho más convencionales de Lagerfeld, Carolina de Mónaco emerge lentamente como una figura legendaria, con sus múltiples existencias, ocasos y resurrecciones. Pasan el tiempo, las amistades, los noviazgos y los esposos. Queda la gloria intacta de una leyenda que continúa creciendo. Vista por Newton, puede resultar una mujer solitaria y desamparada, tras el aparato de una vida de ocio principesco. Wilson descubre a un ser de cuento de hadas, mientras que Lagerfeld recrea en ella a varios personajes de tintes cinematográficos. Carolina permanece intacta a todas y cada una de sus metamorfosis. Sus distintas vidas y sus disfraces no consiguen ocultar una vida y un destino que ella misma y su hermano Alberto han decidido consagrar como monumento nacional.

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