Mascarell gana al CoNCA en el pulso por el control de la cultura
Dimiten diez de los once consejeros del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes

Nació tocado, con un renqueante arranque que tuvo su primer encontronazo serio con la espantá de Xavier Bru de Sala, y ahora podría decirse que está hundido. O casi. Y es que el Consejo de la Cultura y las Artes de Cataluña, uno de los buques insignia del anterior gobierno tripartito y mascarón de proa cultural comandado por once intelectuales catalanes que, a la manera del Arts Council británico, debía asesorar al gobierno catalán en materia cultural y decidir el destino de las subvenciones, empezó ayer a desintegrarse después de que diez de sus once consejeros presentaran su dimisión.
La noticia no debería suponer una sorpresa, ya que el plante del CoNCA y el desplante de la mayoría de sus miembros llega poco después de que el consejero de Cultura, Ferran Mascarell, anunciase su intención de reformar el organismo y, tal y como denunciaban ayer los consejeros salientes, vaciarlo de contenido y atribuciones hasta convertirlo en una institución irrelevante.
La idea de Mascarell es adelgazar la consejería de Cultura creando una ventanilla única que centralice las subvenciones, maniobra que privaría al CoNCA de una de sus principales atribuciones. ¿Las razones de Mascarell? Tratar de poner un poco de orden en la telaraña administrativa. ¿La queja del CoNCa? La reforma no implica ahorro alguno y pone en peligro la «desgubernamentalización» de la cultura.
Con todo, el anuncio de las dimisiones del presidente Francesc Guardans, el crítico de arte Xavier Antich, la actriz Sílvia Munt, la cineasta Rosa Vergés, la galerista Chantal Grande, la gestora cultural Marta Oliveres, el músico Manel Camp, el escritor Jordi Coca, el humanista Manuel Forcano y arquitecto Juli Capella, sirvió para que Mascarell compareciese ayer ante los medios y desvelase algunas de las claves de su plan.
Se trata de un sistema centralizado en el que, adelantó Mascarell, cada subvención será supervisada y otorgada por una comisión de tres personas —una nombrada por la consejería, otra por el CoNCA y un técnico— cuyos nombres serán públicos.
Y aunque este cambio de modelo es precisamente una de las razones que que ha llevado a los miembros de CoNCA a darse de baja y dimitir, Mascarell insistió en que el organismo «no solo no desaparece sino que se refuerza». Porque, según el consejero, el CoNCA será el «garante de la objetividad» de todas las ayudas.
De hecho, segun el consejero la reforma que se está haciendo en el CoNCA es «una inversión en el futuro de la cultura catalana» y su proyecto centralizador, pendiente aún de aprobación, permitirá ahorrar entre 3 y 4 millones de euros.
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