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«Occidente debe darse prisa en apoyar a los demócratas de Egipto»

Entrevista a Walid Phares, autor de

ENRIQUE SERBETO

El año pasado escribió «La revolución inminente» ( The Coming Revolution ), uno de los escasos trabajos en los que se anticipaba lo que hoy sucede en la plaza Tahrir de El Cairo y lo que antes pasó en Túnez, y que describe lo que puede ocurrir en otros países musulmanes. Walid Phares es un libanés que enseña en Estados Unidos y uno de los principales especialistas mundiales en integrismo islámico, así como uno de sus más agudos críticos. Phares cree que a pesar de que solo se ve la inestabilidad y la violencia, los cambios en Irak y en Afganistán han sido esenciales: «Que se hayan producido elecciones y discusiones políticas en la formación de mayorías de gobierno ha abierto un debate en muchos países, donde estas discusiones se han difundido a través de internet y las redes sociales. Pero este periodo de revueltas empezó en realidad en Beirut en febrero de 2005 con una manifestación gigante contra la injerencia siria en el país, aunque finalmente las cosas se han torcido. Siguieron en 2009 con la revolución verde en Irán, que fue aplastada por el régimen. A los egipcios les ha movido indudablemente el modelo tunecino, traído a través de internet por las redes sociales y por los jóvenes, blogueros que son los que encienden la llama el primer día. Los trabajadores y los sindicatos se sumen el segundo día y solo al tercer día ha llegado la clase política tradicional (en la oposición). Los Hermanos Musulmanes han sido los últimos en sumarse. Es decir, un 75 por ciento de los que están en la plaza Tahrir están fuera del liderazgo político aunque tiene una idea clara: la salida de Mubarak.

—¿Como principal fuerza organizada, deberían tener un papel dominante los Hermanos Musulmanes?

—Si los Hermanos Musulmanes tienen un papel relevante en el nuevo Egipto, eso hará que los círculos wahabitas de Arabia Saudí redoblen sus actividades para no perder su liderazgo en el activismo islamista. Quieren entrar en el sistema no porque pretendan moderarse, sino porque quieren apoderarse de él. De hecho, no ha habido ningún cambio en su programa.

—¿A quién debe apoyar Occidente?

—A las fuerzas que se pueden reconocer como democráticas o musulmán-demócratas. Recomiendo que se empiece a hablar de ellos para darles visibilidad porque están completamente aislados y lo que tenemos ahora es una ventana de oportunidad para ello que probablemente no durará mucho. En Egipto tenemos también a los cristianos, que son demócratas (porque están a salvo de la influencia de los extremistas islámicos) y que deberían ser los primeros en ser contactados puesto que aunque no son muy numerosos pueden convertirse en un elemento clave en las elecciones de un Egipto democrático. Hay que contactar con los sindicatos, con organizaciones no políticas pero democráticas y, sobre todo, con los blogueros que han jugado un papel esencial y ni siquiera se han identificado. No sé todavía cómo deberíamos contactarlos, pero creo que hay que invitarlos a Europa y Estados Unidos. Lo que no tiene sentido es apresurarse a hablar con los Hermanos Musulmanes, porque ya conocemos perfectamente su agenda y todo el diálogo se resume en que nosotros sonreímos, ellos sonríen, pero no tenemos nada en común.

—Muchos ciudadanos árabes vuelven a mirar ahora el modelo de laicismo turco. ¿Es correcto teniendo en cuenta que Turquía está gobernada por un partido islamista?

—Por ahora, el AKP de Tayip Erdogán se ha limitado a hacer política, otra cosa es si se observa como tendencia y entonces se ve que ha cambiado completamente la política exterior de Turquía, no solo en el congelamiento de sus relaciones con Israel sino en una sucesión de gestos preocupantes. La revolución verde en Irán tenía sus raíces precisamente en el ejemplo de Turquía pero, cuando fue aplastada, lo que hizo Erdogán fue darles la espalda a los manifestantes y apoyar a Ahmadineyad dentro de un proceso de acercamiento al régimen iraní. Cuando el sudanés Omar Al Bechir fue acusado por el Tribunal de La Haya de genocidio contra los no musulmanes del sur del país, Erdogán dijo que el tribunal no tenía derecho a juzgar a un jefe de Estado. Para mí, es evidente que en el campo político Erdogán se acerca a los regímenes islamistas.

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