Donde dije Aguirre, digo Diego
Tomás Gómez ha pedido muchas veces a Aguirre su dimisión por denuncias de corrupción. Pero su discurso ha cambiado tras el fallo contra Rollán
Una cosa es predicar, y otra dar trigo, dice el refranero castellano. Y también «por la boca muere el pez». Y como todos somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras, ahí están las hemerotecas para echar una mirada atrás y ver qué dijo quién y en qué circunstancias. Es lo que ocurre con Tomás Gómez, el líder de los socialistas madrileños, que tan fogosamente pedía responsabilidades políticas cuando se apuntaban escándalos de corrupción en el PP, pero que ahora se muestra tan remiso a aplicarse el mismo rasero.
Se lo recordaba el viernes el secretario general del PP de Madrid, Francisco Granados: le pedía entonces aclarar dónde situaba su listón ético. Lo hizo en referencia a la lista de 45 altos cargos de Esperanza Aguirre a quienes se acusaba de delitos de prevaricaciones y negociaciones prohibidas a funcionarios en relación con el «Caso Gürtel». Entonces, Gómez dijo que exigiría a Aguirre su dimisión si los tribunales admitían sus denuncias. Pero cuando la imputada y condenada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid es su «número dos», Trinidad Rollán, su tono ha variado.
Cuando en mayo del año pasado la presidenta Aguirre comentaba que «la corrupción es consustancial a las instituciones», Tomás Gómez saltó como un resorte para asegurar que «será consustancial a las instituciones en las que gobierna el PP». Y añadió: «Estas palabras indican todo un concepto de la vida política y de la institución que gobierna Aguirre. Quizás por eso ocurren las cosas que ocurren en la Comunidad y en muchos ayuntamientos».
Un atraco y una multa
Sobre Rollán y su caso —condena por prevaricación al aprobar un convenio urbanístico que el TSJM considera irregular—, aseguró que «está en las antípodas de la corrupción; es como comparar un atraco a un banco con una multa de tráfico».
También fue tajante Gómez al hablar del caso de presunto espionaje sobre algunos miembros del PP, ahora archivado: en una situación como ésta, dijo, «en cualquier gobierno democrático, presentaría su dimisión o sería cesado el máximo repsonsable del Gobierno».
No menos dura en sus afirmaciones ha sido Maru Menéndez, portavoz del PSOE en la Asamblea: sobre el mismo caso del espionaje, dijo a la presidenta aguirre en febrero de 2009: «Usted y solo usted tendrá que asumir toda las responsabilidades». Prácticamente idénticas palabras a las que utilizó al referirse al «caso Gürtel».
Esconder la cabeza
Apenas dos meses después, la misma Menéndez insistía en pedir a Aguirre que diera la cara, lo mismo que ahora solicita el PP a Tomás Gómez: «Esperanza Aguirre debe dejar de esconder la cabeza debajo del ala y afrontar una situación muy grave».
Menéndez ha sido muy combativa en estos temas, igual que cuando en mayo de 2010 acusó a la presidenta madrileña de intentar «normalizar la corrupción»: «No solamente no es normal, sino que es una auténtica anomalía que todas aquellas personas que tenemos responsabilidades públicas tenemos la obligación de combatir».
Como conclusión, Maru Menéndez apuntaba que «el PP tiene una estrategia: cuanto más cerca está de la corrupción, tratan de confundir, engañar, mentir, difamar, y tratan de que hablemos de otras cosas que no son sobre las que hay que dar muchas explicaciones». Una estrategia «de tratar de confundir a la ciudadanía y de hacer pensar que todos los que se dedican a la política son iguales».
Desde el bando popular, ayer fue la consejera de Familia y Asuntos Sociales, Engracia Hidalgo, la que manifestó sobre el tema que mantener a Rollán le parecía «esperpéntico», al tiempo que preguntaba «qué hay detrás» de esa operación por la que han sido condenados Rollán y otras trece personas que eran concejales de Torrejón en 2001.
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