Los instrumentos musicales más disparatados del mundo

Desarrollado en Rusia en el siglo XVII, este instrumento triangular perteneciente a la familia de cuerda puede tocarse con los dedos o plumillas de cuero. Capaz de ofrecer diferentes tonalidades según su tamaño, la balalaika puede encontrarse en versiones prima, secunda, alto, bajo y contrabajo. Esta última es la más grande e impresionante de todas.

Este instrumento es una especie de combinación de piano y fuelles de órgano. Su elaborada maquinaria, además de incluir tambores e instrumentos de percusión, podía recrear efectos de sonido, como el canto de un pájaro o el disparo de un arma de fuego, lo que lo convierte en un claro antecedente de los sintetizadores modernos. Se comercializó entre 1912 y 1925 y, a pesar de que se fabricaron entre ocho y doce mil unidades, en la actualidad solo se conserva medio centenar. De ellas, apenas una docena funcionan correctamente.

Para arrancar las mejores notas de este instrumento formado por una serie de tubos que producen música al vibrar es necesario tocarlo con las manos mojadas.

Desarrollado por el grupo de Tecnología Musical de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, el Reactable es un instrumento electrónico que produce música a partir del movimiento de una serie de objetos situados sobre un tablero translúcido e iluminado.

Es una variante de la tuba construida a iniciativa del director y compositor John Philip Sousa. Este instrumento está diseñado para que una persona pueda meterse entre las tuberías que lo forman y cargarlo más cómodamente. Mientras que la tuba se suele usar en las orquestas, el sousáfono es más habitual en las bandas de música.

Conocido también como hidrocristalófono, este instrumento consiste en una serie de cilindros de cristal llenos de agua que se hacen sonar con los dedos mientras giran. Fue inventado por el político estadounidense Benjamin Franklin en 1762, un año después de ver a Richard Pockrichan interpretando un concierto con copas de vino en Londres.

Como su propio nombre indica, se trata de un tubo flexible que produce sonido al ser agitado en el aire. Cuanto más rápido es el movimiento circular al que se le somete, más agudo es su sonido.

Aunque su sonido no difiere demasiado del de las gaitas celtas, gallegas o asturianas, hay quien asegura que las notas de la “gaida” macedonia son en realidad el llanto de las cabras sacrificadas para su fabricación. Porque, además de emplear su piel en el odre, es normal que incorporen sus cuernos e, incluso, toda la cabeza.

La dificultad de este instrumento japonés radica en lograr emitir la nota adecuada. Físicamente parece una especie de saxofón de plástico que emite sonidos electrónicos.

Creado por el compositor y profesor de música estadounidense Jacob Barton, este instrumento consiste en una botella sin base a la que se acopla un guante de goma relleno de líquido en la parte inferior. Para hacerlo sonar solo hay que posar el labio inferior en la corona de la botella y soplar apretando el guante con mayor o menor fuerza para lograr la nota deseada.