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CULTURA

Mario Coll: «El humor es necesario en los tiempos que vivimos»

Cuando se cumplen seis años de la muerte de José Luis Coll, su hijo lo homenajea con «El Dicciomario»

Mario Coll: «El humor es necesario en los tiempos que vivimos»

M. CEBRIÁN

Hoy se cumplen seis años de la muerte del gran humorista castellano-manchego, José Luis Coll, natural de Cuenca, y su hijo Mario Coll, que ahora vive en Toledo, acaba de presentar «El Dicciomario», un libro en el que recoge más de 1.000 palabras inventadas o juegos lingüísticos recopilados en año y medio.

Con ello, Mario Coll hace un homenaje a la persona y al trabajo de su padre, en un libro que ha sido prologado por el periodista y académico Luis María Ansón y apadrinado por el cómico José Mota, otra de las grandes figuras del humor español y de Castilla-La Mancha.

Mario Coll Rodríguez es psicoanalista y ha sobrevivido a un padre nacionalmente famoso, José Luis Coll (que no es poco), y ha creado este diccionario, perdón, «Dicciomario», en la estela del enormemente popular que escribió su padre hace 35 años.

Disfruta también ejerciendo la docencia pública, impartiendo clases de Lengua y Literatura castellana. Apasionado de la India, tradujo libros sobre orientalismo durante su estancia de siete años en la ciudad sureña de Pondicherry, a la vez que impartía clases en el Liceo francés de dicha ciudad.

«El Dicciomario» es muchas cosas, pero sobre todo es un juego lingüístico de más de 1.200 términos en la línea de los juegos de palabras que siempre ha habido en nuestra tradición, en la línea de Francisco de Quevedo o Ramón Gómez de la Serna.

«Mi padre tuvo el acierto de hacer un diccionario parecido hace 35 años y yo, con mi libro, quiero hacer un homenaje a su memoria porque se cumplen seis años de su fallecimiento, pero lo hago con unas palabras completamente distintas, ya que el mundo social y cultural es diferente», afirma el autor.

Aunque no se dedique al mismo oficio del padre, ya que no es humorista sino psicoanalista y profesor, a Mario algo se le quedó en la retina. «Aprendí de aquellas noches de bingo y rosas», cuenta en referencia a su padre, al que le gustaba inventar palabras en los posavasos del bingo.

El autor explica que este ejercicio de recopilación de palabras empezó con el nacimiento de su hijo, pero ha durado un año y medio porque ha tenido que desechar varias palabras en su selección. Estas palabras están divididas en tres campos: políticos, surrealistas y poéticos.

En primer lugar, entre los términos políticos Mario Coll destaca algunos como «palamentario», que es un parlamentario que no nos vendría mal si se ganara el sueldo con una pala; «hipoterca», que es un préstamo que cuesta devolver, o sobre todo «chorizonte», horizonte de chorizos (pasado, presente y ¿futuro? De España).

Dentro de los términos surrealistas se encuentra «bíctima», persona agredida con un bolígrafo bic; «bacilo», microbio macarra, o «reencarnación», volver a nacer con el cuerpo de Encarna. Y, por último, en relación a los términos poéticos, el autor pone como ejemplo la palabra «hola», saludo marítimo, y «risueño», la persona que ríe mientras duerme.

Como psicoanalista, Mario Coll tiene ahora mismo en Toledo una consulta con un compañero en la calle Alfonso XII y reconoce que su trabajo tiene mucho que ver también algunas veces con el juego de palabras y, al igual que hacían Tip y Coll o Les Luthiers, él dice que juega con el acto fallido o equívoco a la hora de captar o expresar algo, «como ocurre con el psicoanálisis y el lapsus freudiano», subraya.

En este sentido, Coll señala que, si pudiera elegir a un personaje histórico al que poder psicoanalizar, sería Leonardo Da Vinci o El Greco «porque hay mucho de patología en sus cuadros». Y, sobre un personaje de la actualidad, escogería al ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, «porque no entiendo muy bien qué entiende él por educación».

En cuanto a la salud del humor en estos días, el autor ensalza a una figura sobre las demás, a José Mota, quien, a su juicio, «representa muy bien el humor manchego, que da para hacer una tesis doctoral».

Además, cree que «el humor y reírnos un poco de nosotros mismos es algo necesario en los tiempos en los que vivimos porque cuando los españoles se han tomado demasiado en serio las cosas han acabado muy mal». «Defiendo la palabra como una lugar o trinchera de divertimento y crítica que siempre está ahí, a mano», recalca.

De este modo, Mario Coll espera que su padre, José Luis Coll, sea recordado siempre como «alguien que hizo reír a un país durante 30 años, aunque no se le haya recordado en su tierra. Parece ser que hay que matar mucho para que pongan tu nombre a una calle», concluye el autor.

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