el mentidero
El síndrome de Jerusalén
Parece inminente la renuncia de Mas a conducir al pueblo catalán a una tierra de promisión ignota, después de pasarse un año predicando en el desierto las bondades de ese espejismo llamado Estado propio catalán
ARTUR Mas en la tierra prometida. ¿Cabe mayor fuente de simbolismo nacionalista? Imposible que el líder de CiU regrese de su viaje oficial a Israel sin ser víctima del llamado «Síndrome de Jerusalén», que cada año afecta a una media de cien visitantes. Los psiquiatras acuñaron esta expresión allá por la década de los 30 del siglo pasado tras conocer el caso de una dama inglesa que «convencida de la inminente segunda venida de Cristo, se sentaba casi a diario en el monte Scopus para recibirlo con una taza de té». Lo explica el periodista e historiador Jaume Bartrolí en su artículo «La fe como razón de un gran viaje» en el número que la revista «Altair» dedicó a Jerusalén. Sin embargo, son otros los síntomas del citado síndrome los que ha desarrollado el presidente catalán, aquellos que causan en el paciente un mimetismo con personajes bíblicos como Moisés, el Rey David o Jesucristo. Aunque todo parece indicar que el dirigente nacionalista comienza a recuperarse de ese trastorno psíquico.
Parece inminente la renuncia de Mas a conducir al pueblo catalán a una tierra de promisión ignota, después de pasarse un año predicando en el desierto las bondades de ese espejismo llamado Estado propio catalán. Nadie es profeta en su tierra y menos aún, quien iba para salvador de la patria y se quedó en alumno acomplejado, que no aventajado, de Oriol Junqueras. La historia dirá si el líder de ERC es el auténtico Mesías del independentismo, pero no hay duda de que es el Messi de la política catalana, tal es al goleada electoral que le auguran las encuestas. Curioso que Junqueras no acompañe a Mas en su viaje a Israel, tal como hizo en 2005 el ex líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, cuando Pasqual Maragall era presidente de la Generalitat. Ambos protagonizaron la polémica foto de la corona de espinas, imagen que cuesta mucho imaginar en el caso de dos católicos confesos como Mas y Junqueras. Ambos son hombres de fe, pero no de orden (establecido), tal es la resistencia a cumplir con las leyes terrenales cuando se trata de abordar el futuro de Cataluña. El republicano está dispuesto a llevar su dogmatismo independentista hasta las últimas consecuencias, pero su aliado en esta legislatura ya lanza señales de apostasía. La reciente negativa de CiU a votar junto a ERC, CUP e ICV una moción parlamentaria a favor de la celebración unilateral de la consulta solemniza la renuncia de Mas/Moisés al apostolado secesionista. El cayado lo llevará otro y será saludado a la hora del té por aquella dama británica del monte Scopus. Aunque todo apunta a que el escocés Alex Salmond le tomará la delantera a Junqueras.
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