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SOCIEDAD

El Ebro echa al mar en mes y medio agua suficiente para abastecer a Zaragoza durante 30 años

La falta de embalses sigue impidiendo aprovechar los años lluviosos. Desde el 1 de enero, el Ebro ha dejado escapar más de 1.700 hectómetros cúbicos

El Ebro echa al mar en mes y medio agua suficiente para abastecer a Zaragoza durante 30 años f. simón

ROBERTO PÉREZ

Un año más, Aragón sigue «exportando» agua hacia la nada. Incapaz de retenerla por falta de embalses, lo que dejan las lluvias y las crecidas acaba mayoritariamente en el mar. Riqueza que se deja correr mientras se sigue esperando —desde 1992— que se hagan realidad los embalses del Pacto del Agua y se pueda hacer efectiva la gestión de esa «reserva estratégica» que se le reconoció a Aragón: 6.550 hectómetros cúbicos.

En apenas mes y medio, el Ebro ha echado al mar más de 1.700 hectómetros cúbicos, según los datos oficiales de desembalses recopilados por ABC. Evidentemente, no toda es susceptible de ser embalsada. Hay que contemplar el caudal ecológico imprescindible. Pero la parte que queda «ociosa» es muy abultada.

Y, ¿cuánto son 1.700 hectómetros cúbicos de agua? Para hacerse a una idea, varios ejemplos. Es agua suficiente como para abastecer a una gran ciudad como Zaragoza durante 30 años -el consumo de esta capital ascendió a 55,5 hectómetros cúbicos en 2013-. O para atender todo el consumo de agua de Barcelona durante diez años. O para llenar por completo un gran embalse como el de Mequinenza (Zaragoza), el mayor de toda la cuenca del Ebro, que tiene una capacidad máxima de 1.533 hectómetros cúbicos y que lleva semanas está lleno a más del 90 por ciento.

El ejemplo de Yesa

Los embalses de Aragón que más agua reciben —y que más tienen que soltar por no poder aprovecharla— dan fe de esta situación otro año más, ante la desesperación de los regantes que llevan décadas esperando las obras hidráulicas imprescindibles para poder retener esta riqueza en potencia que es el agua.

La capacidad máxima del embalse de Yesa es de 447 hectómetros cúbicos en estos momentos, a falta de que culminen las obras de recrecimiento y quede con una capacidad máxima de 1.079 hectómetros cúbicos. Pues bien, Yesa —emblemático y esencial para el desarrollo de una amplia extensión de tierras de cultivo de la provincia de Zaragoza— lleva semanas rozando el 90 por ciento. Es decir, tiene muy poco margen para retener más agua. Así que la que le llega la tiene que soltar mayoritariamente. Entre otras cosas, porque tiene que dejar hueco por seguridad y, además, quedan por delante los meses del deshielo de las cumbres pirenaicas.

El embalse de Yesa ha dejado escapar, desde que empezó el año, 338 hectómetros cúbicos. Ahora guarda 384. Dicho de otra forma: Yesa ha dejado escapar casi la misma agua que retiene actualmente, todo un embalse en mes y medio vaciado hacia el mar. Con el agua que ha perdido en apenas mes y medio, se habría garantizado como mínimo todo un año de suministro a las zonas que dependen de él para regar, pero también a quienes dependen de él para beber —Zaragoza capital aspira a nutrirse algún día del agua de Yesa, de evidente mayor calidad que la del Canal Imperial—.

El caso de El Grado

Y Yesa es solo un ejemplo. Otro caso, el embalse de El Grado, en el río Cinca: está ya por encima del 97 por ciento de su capacidad máxima, así que dificilmente podrá retener mucha más agua. A partir de ahora, la que le entre tendrá que dejarla correr. Cuando menos la mayor parte de ella. Por ejemplo, en una semana ha tenido que dejar escapar dos hectómetros cúbicos.

Los regantes llevan décadas esperando que se cumpla con las obras del Pacto del Agua de 1992. También las organizaciones empresariales han insistido en la necesidad de aprovechar un recurso natural de primer orden del que disfruta Aragón y que no rentabiliza: el agua. Evidentemente, no solo sirve para regar. También para otras actividades empresariales.

El agua como arma política arrojadiza

Sin embargo, el asunto resulta controvertido desde hace mucho tiempo. Los colectivos ecologistas rechazan la política de construcción de embalses. Una postura que comparten desde la izquierda tanto IU como los nacionalistas de Chunta, mientras que PP y PAR apuestan por que se agilice la construcción de los embalses pendientes.

El PSOE, por su parte, ha mantenido a lo largo de los últimos quince años una dubitativa posición, que en su día supuso abrir de par en par la puerta a revisar el Pacto del Agua. El Gobierno del PSOE, en Aragón y en Madrid durante la etapa de Zapatero, puso en tela de juicio el contenido del Pacto del Agua que las Cortes regionales habían aprobado por consenso en 1992. Eso supuso un tropiezo considerable para que se hiciera efectiva esa lista de proyectos de obra.

En 1999, el PSOE apostó por hacer de la cuestión del agua una bandera política en unión con otros partidos. En la práctica, todos contra el PP en Aragón y su controvertido Plan Hidrológico Nacional del Ejecutivo de Aznar, que incluía no solo la ejecución de las obras del Pacto del Agua, sino también la construcción del trasvase del Ebro.

El trasvase se frenó de un plumazo con la llegada de Zapatero al Gobierno. Pero las obras del Pacto del Agua también quedaron gravemente heridas, aparcadas.

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