En vísperas de la jornada de protesta, Yves Veyrier, secretario general de Fuerza Obrera (FO), uno de los tres grandes sindicatos nacionales, lanzó esta advertencia: «La urgencia máxima es impedir la reforma del sistema nacional de pensiones que se propone relanzar el presidente Macron».
Se trataba de una declaración de guerra preventiva . Tras la advertencia, los actos: nueve sindicatos estuvieron al frente, el martes, en más de cincuenta manifestaciones, 'reuniones de trabajo', sentadas y llamamientos a salvar los hospitales públicos, amenazados.
A juicio del Ministerio del Interior, se trató de una «movilización modesta» de varias decenas de millares de enfermeras, médicos, personal hospitalario, a todos los niveles del sistema nacional de sanidad pública. Los nueve sindicatos que habían convocado la jornada de lucha, por el contrario, anunciaron, a última hora de la tarde del martes, «el principio de una lucha de largo aliento».
Dura oposición
«El que avisa no es traidor», dice el refrán. A cinco días de unas elecciones legislativas muy importantes, se anuncia el inicio de una 'guerra' previsiblemente larga , dura e incierta.
Pascal Perrineau, politólogo influyente, profesor del Centro de investigaciones políticas de Sciences Po. (Cevipof), comenta a ABC el alcance de las manifestaciones: «La jornada de lucha del personal hospitalario confirma que Francia entra en una zona de turbulencias políticas importantes. El presidente Macron quizá consiga la mayoría parlamentaria, absoluta o relativa , en las elecciones legislativas. Pero tendrá una oposición muy radical , de extrema izquierda y extrema derecha. La inflación, los precios de los combustibles, la subida de los precios en productos de primera necesidad, amenazan con provocar movimientos de protesta. Apenas reelegido, Macron se encuentra con una fronda social que puede crecer».
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete