Refugio intelectual
Jesús Alfonso BlázquezHistoriador y biógrafo de CandamoMadrid 1936, una guerra entre hermanos, hambre, frío, miedo, recelo y angustia en una capital sitiada y bombardeada. En esas circunstancias
Jesús Alfonso Blázquez
Historiador y biógrafo de Candamo
Madrid 1936, una guerra entre hermanos, hambre, frío, miedo, recelo y angustia en una capital sitiada y bombardeada. En esas circunstancias, ¿quién fue capaz de organizar actividades culturales y quién era su público? Al cerrar sus puertas las escuelas, las universidades y las bibliotecas madrileñas, los profesores, alumnos y lectores, sin obligaciones militares, encontraron en el Ateneo un refugio intelectual que se mantuvo activo gracias a la labor desinteresada de un hombre enamorado de la docta casa y de su Biblioteca, Bernardo G. de Candamo. Renunció a un puesto en la embajada española en París y a una relativa seguridad de su familia para salvar el Ateneo y su Biblioteca. Logró convencer a las autoridades republicanas de que el Ateneo realizaba un servicio de guerra porque desempeñaba un papel de «maestro de las multitudes». Organizó clases y conferencias impartidas por profesores universitarios en paro que lograron unos insignificantes ingresos que les permitieron comer. Los alumnos jóvenes, a falta de estudios oficiales, obtenían allí mínima formación. Todos ellos y cualquier otra persona interesada podían acudir a la única biblioteca abierta. Logró subvenciones del Ministerio de Instrucción Pública, gracias a su amistad con Azaña, y de las autoridades municipales y militares. Movilizó una campaña de prensa a favor del Ateneo en los principales diarios: ABC, La Voz y Claridad. ABC jugó un papel destacado, definió al Ateneo como «baluarte de la democracia intelectual» esgrimiendo que «la inteligencia es indispensable en la retaguardia». El hijo de aquel héroe, Luis G. de Candamo, se formó en aquel refugio durante la guerra.
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