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Culomancia

SEGURO que a usted, querido lector, le han leído alguna vez la mano en busca de su pasado o de su porvenir, o incluso para describirle su personalidad. No es raro toparse por la calle con alguna gitana que todavía practica el noble arte de la quiromancia. A cambio de la voluntad, entregamos dócilmente a esa mujer la palma de la mano como si fuera un libro escrito en un idioma que sólo ella sabe descrifrar, esperando el milagro de que lea en el papel pautado de nuestra piel un futuro lleno de sorpresas fascinantes, dinero a espuertas, amores de película y un inminente lanzamiento al estrellato. Hasta el más descreído en estas lides, en alguna ocasión de bajas defensas, con oculta ansiedad se ha dejado escrutar su destino por una desconocida. Pero, ¿le han «leído» a usted alguna vez las nalgas? Sí, sí, las nalgas, o sea, el culo o el trasero, o el pompis para los más finolis. ¿Ha dejado eventualmente sus preciadas posaderas, al aire y en manos de un extraño, en busca de la predicción del mañana? Pues bien, ya se está haciendo. No se asombre ni piense que se trata de una inocentada.

En Alemania, un invidente vanguardista está revolucionando el mundo de la videncia. Se ha especializado en analizar los culos de aquellos que se dejan, y mediante tarifa estipulada, palpa esa zona tan íntima para extraer la información precisa sobre nuestra vida venidera. Además, por el mismo precio, y siempre centrándose en los desnudos glúteos, ilumina al paciente sobre su carácter y le hace terapia a un tiempo, pues el hombre completa su arte con una licenciatura en psicología, haciéndoles la competencia a aquéllos de sus colegas que todavía creen que recostarse vestido sobre un diván es original.

No sabemos a ciencia cierta si el susodicho psicólogo adivino ha realizado aparte un máster en culomancia, ni si lee los traseros por el método braille, ni si el negocio es unisex o solo admite mujeres, ni si exige que la gente traiga de casa el tanga o lo pone él, ni si ha creado escuela, ni lo que pensaría Freud, pero lo que sí podemos afirmar casi con toda certeza, y sin necesidad de leerle a él mismo sus propias nalgas, es que se trata de un genio que ha conseguido compaginar el trabajo y la obligación con el ocio y el placer, cosa que es auténticamente digna de envidia. Así que ya saben, aprendan la lección, sean creativos y de paso cuiden su culo, que al parecer en él reside nuestro anhelado destino.

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