Los diez desatinos de Podemos

Si la beca que cobraba Íñigo Errejón por servicios que difícilmente prestaba en la Universidad de Málaga sembró dudas sobre la «limpieza» de los líderes de Podemos, el escándalo de Juan Carlos Monedero fue la gota que colmó el vaso. Un mes tardó el número tres del partido en intentar explicar sus ingresos por asesorías en Latinoamérica, por los que tributó a través de una sociedad, ahorrándose 68.351,91 euros en impuestos.

La decisión del juez de admitir a trámite la querella contra Tania Sánchez por prevaricación, tráfico de influencias y malversación, situó a su entonces pareja, Pablo Iglesias, en una situación difícil. En muchas ocasiones «puso la mano en el fuego» por ella. El momento escogido para anunciar su ruptura en una red social —justo la noche electoral andaluza— tampoco gustó a muchos.

Arropado por los vientos de cambio que soplaban en Grecia, Podemos se acercó a Syriza para arrogarse su triunfo electoral. Meses después, el Gobierno griego de Tsipras recibió un portazo de Europa y ha empezado a moderar unas ambiciones que Podemos compartía.

El viraje ideológico de Podemos hacia el centro, renunciando a parte del programa con el que logró cinco asientos en el Europarlamento, no gusta entre su sector más escorado a la izquierda. Demsiadas veces Iglesias ha sacado la vara de mando para poner orden en sus propias filas.

La victoria de Susana Díaz obliga a Podemos a posicionarse. En las negociaciones, las «líneas rojas» que fijó la secretaria andaluza de Podemos, Teresa Rodríguez, se cuestionaban desde Madrid. El asunto se zanjó, pero queda por ver qué factura pasa al partido un eventual apoyo al PSOE.

Dice una máxima en política que nadie vota a un candidato desconocido. Pero la sobreexposición a los medios es también una navaja de doble filo. Titubeos, discursos poco claros y un efecto lupa sobre cada uno de ellos amenaza con minar la imagen de Podemos, que ha pasado de ser lo nuevo a generar hartazgo .

Mientras los europarlamentarios de IU o ERC decidieron ausentarse en la visita del Rey al Parlamento Europeo, Iglesias aprovechó para hacerse la foto y regalar a Don Felipe la serie «Juego de Tronos». En esa imagen algunos vieron afrenta. Otros, cordialidad. El partido prefirió dejarlo en la ambigüedad.

El partido naranja se ha convertido en la china en el zapato de Podemos, cuyo discurso centrado en la «casta» no supera al de Albert Rivera, que también atrae el voto del descontento entre el electorado más moderado.

Podemos quiere moderar su mensaje para jugar en el centro del tablero, pero tampoco quiere perder adeptos en la izquierda más extrema. Tanto giro y ambigüedad pueden acabar por colocarlo en tierra de nadie.