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Granizo, la evolución de una partícula de polvo

Contribuyen al equilibrio térmico y al ciclo externo del agua, pero es verdad que su extremada violencia es capaz de paralizar comarcas enteras o incluso generar catástrofes.

Antonio aretxabala, geólogo de la universidad de navarra

Las tormentas y los granizos ya están afectando a infraestructuras y a una parte de la economía española, desde la posible declaración de zona catastrófica en el área de Almazán (Soria), donde granizó cerca de un metro de altura de granizo durante casi una hora, hasta la petición de comparecencia en el congreso de la ministra de Fomento por las graves fallas y asientos del terreno en la línea del AVE a Alicante, pasando por la inundación del aeropuerto de la capital o los numerosos cortes de luz, transportes como el metro, daños a cultivos, a mobiliario urbano, a carreteras, etc.

¿Por qué se forman estos granizos? ¿Tienen algo que ver con el cambio climático que estamos acelerando? La formación de un granizo necesita la presencia de una partícula sólida. La presencia de partículas sólidas en la atmósfera se ve favorecida por la deforestación, el avance de la erosión y los cambios en los patrones de las corrientes convectivas de aire que se acentúan en primavera y en otoño, no en el verano ni el invierno; el caso de la zona central de Iberia, la zona con más tasa de desertificación de Europa, está a merced de fuertes vientos ascendentes dentro de las nubes que se forman, las partículas en suspensión van adosando a su pared externa el agua de esas nubes con las que juegan, en forma de minúsculas gotitas. Al ascender, se produce el enfriamiento y la congelación.

Más arriba el frío se incrementa, el pequeño granizo cae hacia tierra por su propio peso. Durante esa caída, varias de las capas de hielo (como en una cebolla) que se formaron durante su ascenso se van fundiendo formando una gota. Pero en ese viaje ascendente y descendente no se desprenden, la gota puede ser capturada nuevamente por la misma u otra corriente de aire ascendente para ser trasladada nuevamente a las partes altas de la nube. Así se vuelve a congelar el agregado de una nueva capa.

Este ciclo puede ocurrir varias veces, entonces se forma el granizo, una expresión más de las tantas que nos muestra el agua, un fenómeno natural que toma una dimensión y un peso capaz de vencer la fuerza de las corrientes de aire ascendentes. Una bella partícula blanca y azulada, transparente, redondeada, pero muy dañina. El enorme granizo así formado cae a tierra. Ahora multipliquemos por trillones y trillones las partículas en suspensión que después de un año tan seco en Levante y otras zonas de la Tierra no muy lejanas son susceptibles de convertirse en granizo.

Siempre ha habido granizos y ojalá siempre los haya, contribuyen al equilibrio térmico y al ciclo externo del agua, pero es verdad que su extremada violencia es capaz de paralizar comarcas enteras o incluso generar catástrofes. España sabe mucho de granizo. El refranero muestra una vez más que pertenecemos a una parte del planeta que lo conoce bien: “el granizo empobrece, pero no encarece”. “Por piedra no es mal año; mas a quien da, dáselo malo”. “Sol amarillo, agua o granizo”. “Nube madrugadora, piedra traidora”. Y por supuesto alguno habrá que ya se frote las manos, porque “nunca llueve a gusto de todos”, pero “la lluvia de San Fermín, en unas horas da fin”.

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