Así se desangró el PSOE de la mano de Rubalcaba

Entre tanto, y bajo la dirección de Rubalcaba, el PSOE se desangraba con cada llamada a las urnas. Cada noche electoral se producía un mínimo histórico de los socialistas que parecía imposible de empeorar. Y sin embargo se hundía.

El que fuera mano derecha de Felipe González –ayer en rueda de prensa dijo que su decisión de no repetir al frente del partido sólo la conocía Elena Valenciano , Óscar López y Felipe González – se presentó como candidato a La Moncloa en 2011. No lo tenía fácil: la gestión de la crisis de Zapatero, el adelanto electoral y el ciclón del PP que las encuestas profetizaban era una losa demasiado pesada incluso para un «maquiavelo» de la política.

Rubalcaba superó el récord negativo de Joaquín AlmuniaAsí llegó el 20 N de 2011 . Mientras en Génova los populares celebraban la segunda mayoría absoluta después de la del 2000, en Ferraz se anunciaba el peor resultado de su historia en porcentaje de votos en unas generales. Un 28,76%, por debajo incluso de lo que había logrado Joaquín Almunia (34.16%) . Rubalcaba se había dejado, con respecto a las últimas votaciones que ganó su predecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, quince puntos porcentuales.

La derrota en estas elecciones no impidió que fuera elegido secretario general del PSOE tres meses después en el 38º Congreso Federal . Con todo el aparato del partido bajo su mano, Rubalcaba se dispuso a diseñar la estrategia que reflotara al partido en las siguientes elecciones: las autonómicas de 2012 en Galicia y el País Vasco . El resultado no pudo ser peor. En Euskadi, el delfín de Rubalcaba, Patxi López , decía adiós a Ajuria Enea pasando de un 30,7% de los votos a un 19,14%. En Galicia, Pachi Vázquez también cayó 11 puntos respecto a su predecesor.

La palabra dimisión empezó a recorrer los mentideros de Ferraz. «Ahora los socialistas debemos hacer una reflexión sobre las causas y las consecuencias de esta derrota, a partir de la cual debemos afrontar la renovación que yo inicié, pero que requiere necesariamente mucho más impulso para empezar en el siglo XXI un nuevo proyecto con ideas y gente nueva». Muchos esperaban que Rubalcaba siguiera las mismas palabras que doce años antes había pronunciado Joaquín Almunia en su despedida. Sin embargo nada de eso ocurrió. Rubalcaba se enrocó en el cargo con promesas de primarias abiertas y el intento de dar un vuelco electoral en las europeas aprovechando el desgaste de los recortes del Partido Popular.

Y así llegó el PSOE al 25 de mayo . Sobre la mesa –o en la cabeza de los dirigentes– la posibilidad de revertir la inercia electoral y tomar impulso para las próximas municipales. Sin embargo a las 23.00 horas todo se desmoronó. Elena Valenciano marcaba un nuevo suelo histórico en los resultados de los socialistas: un 23% . Lo que calificó como « un resultado duro y difícil para el PSOE ».

Trece horas después comparecía en Ferraz Alfredo Pérez Rubalcaba . Sobre sus hombros, la responsabilidad de haber capitaneado la sangría de su partido, aunque el dirigente aseguró que él siempre procuraba tomar las decisiones de manera «colegiada». En la rueda de prensa, y ante las preguntas de los medios, el secretario general anunció que seguiría al mando hasta que se celebrara un nuevo Congreso Federal que designara a un nuevo líder. Un periodista le reprochó que de esa manera desactivaba las primarias: «Quien salga elegido tendrá la suficiente fuerza como para que nadie se quiera presentar a las primarias». «El calendario está previsto así», le respondió Rubalcaba.

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