La creación de empleo reduce el nivel de desigualdad en España

A nadie se le escapa que una de las principales razones de este cambio e tendencia en España es fruto del crecimiento económico, a un ritmo del 3,1% en el segundo trimestre , y su consiguiente impacto en la creación de empleo, que crece prácticamente al mismo ritmo que el conjunto de la economía. En los últimos doce meses el empleo ha crecido un 2,8%, lo que supone una aceleración de tres décimas respecto a la registrada en el primer trimestre de este año. El Ministerio de Empleo ha cifrado en 480.000 los nuevos puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo en el último año. Las horas trabajadas también han crecido en el segundo trimestre, concretamente un 1,7%, aunque este porcentaje es una décima menos que el registrado entre enero y marzo. En conjunto, durante los años de la crisis España perdió 3,5 millones de empleos de los que ya se han recuperado 1,8.

En otro de los indicadores del índice de Gini, el que incluye la riqueza de las familias, sitúa a España en mejor posición ya que corrige el índice anterior en 18,1 puntos en el caso del año 2014, lo que significa que nuestro país tiene un índice bajo de riqueza precisamente porque hay un mayor peso relativo del capial imobiliario frente al financiero, al contrario de lo que sucede en la mayoría de países europeos donde los ciudadanos son mayoritariamente inquilinos y no propietarios de las casas en las viven . Ni que decir tiene que la subida del precio de la vivienda durante los años, aún descontando la burbuja, ha aumentado considerablemente la riqueza de las familias españolas, aunque sea en forma de «ladrillo».

Una de las razones de que durante los años de la crisis la desigualdad en España haya aumentado, tal y como se observa en el gráfico adjunto, radica en que las políticas de gasto en transferencias sociales ha tenido un impacto redistributivo menor que en el resto de países europeos, distancia que se agranda al incluir las transferencias distintas de las pensiones, de manera que la capacidad redistributiva del resto de transferencias sociales es aún menor. La razón no es otra que el montante total a distribuir, es decir, el resultado de la presión fiscal, es inferior en España que en el resto de países de nuestro entorno donde, en general, se pagan más impuestos que en España. Nuestro país tuvo una presión fiscal equivalente al 34,4% del PIB en 2016, frente al 47,8% de Francia o el 43,4% de Italia.

Otro estudio que coincide con la evolución del índice Gini es el «Global Wealth Report 2016» de Credit Suisse, que pone de relieve que nuestro país, fruto del alto nivel de propietarios, tiene un nivel de riqueza relativamente razonable para la media internacional ya que, por ejemplo, solo el 11,5% de los adultos españoles está por debajo del 20% de media de la riqueza media global.