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tribuna

Francisco Aranda: «Segunda reforma laboral»

La información técnica de la última EPA es suficientemente esclarecedora de lo que está pasando en nuestro mercado de trabajo

Francisco Aranda: «Segunda reforma laboral» abc

Francisco aranda manzano, presidente de asuntos laborales de ceim-ceoe

La información técnica de la última EPA es suficientemente esclarecedora de lo que está pasando en nuestro mercado de trabajo (obviando el postureo crítico). El segundo trimestre de este año sí es definitivamente una confirmación de un cambio de tendencia positivo. Solo en ese período, nuestras empresas han logrado recuperar algo más del 10% de los casi cuatro millones de trabajos destruidos desde que se iniciara la crisis, a pesar del débil crecimiento del PIB . Habría que remontarse al año 2005, en plena borrachera expansiva, para encontrar un trimestre mejor.

Olvidemos ese lenguaje arcaico de empleo de calidad y precario para referirnos al indefinido y al temporal . En Europa hay dos tipos de empleos: los que están en la legalidad y los ilegales de la antisocial economía sumergida que hay que combatir. Lo verdaderamente precario es el maldito paro.

Así que -objetivamente- se trata de una magnífica noticia para todos, que merece felicitar con prudencia al tejido productivo, que sigue demostrando ser emprendedor a pesar de las incertidumbres, y a la ministra Báñez que, a pesar de los agoreros de carné, se ha mantenido firme en su reforma laboral, la cual ha mejorado el ecosistema empresarial. Ahora empiezan a verse los resultados.

Pero más allá del análisis puntual, no podemos pensar que todo esté hecho. El comportamiento de los flujos del mercado de trabajo es muy satisfactorio, pero el stock de desempleados sigue siendo insoportable. Aún hay en España muchísimos hogares donde el desempleo castiga a sus miembros, así que el reforzado Ministerio de Báñez no puede perder ni un minuto y tiene la responsabilidad de continuar modernizando el marco laboral para que los empresarios puedan seguir creando empleos.

La primera reforma laboral ha permitido mantener cientos de miles de puestos de trabajo en empresas con dificultades porque les ha abierto una puerta de flexibilidad y, al mismo tiempo, también ha facilitado una primera fase de creación de empleo. Pero el entorno cambia muy rápido, el ciclo avanza, así que el marco laboral debe continuar necesariamente adaptándose para que sea un colaborador en vez de un obstáculo.

No estamos para mirar al pasado y los protocolos de los acuerdos deben cambiar necesariamente, para poder aprovechar todas las oportunidades en beneficio de la creación global de riqueza y empleo. Esos procesos previos a los grandes pactos que, según cuenta la historia, se eternizaban durante meses e incluso años deberían ser ya parte de la historia. Me resulta imposible imaginar que ante un cambio del mercado una empresa se pase meses o años en parálisis, dedicada a pensar cómo se adapta, porque otra lo hará más rápido y aprovechará la situación. Tenemos que ser más ágiles para frenar la fuga de nuestro talento.

Por todo ello, me parece crítico que se ponga en marcha cuanto antes una segunda reforma. En Alemania, el socialdemócrata Schroeder hizo cuatro hasta dejar niquelado su marco laboral. Hay aspectos en los que se debería profundizar con un nuevo paquete reformista.

El primero de ellos es aprovechar que lo que ha funcionado para determinadas empresas, pueda ser aprovechado por todas. Me refiero al llamado contrato indefinido de emprendedores, cuyo principal valor añadido es la reducción considerable de incertidumbre al permitir hasta un año de despido sin coste. Si el coste del despido es un obstáculo muy elevado para el empleador en tiempos de máxima incertidumbre, parece sensato ofrecerle un plazo sin coste.

En materia de contratación es indispensable flexibilizar el uso del contrato a tiempo parcial, que es la pasarela del empleo en los tramos finales de las crisis, especialmente en países de pequeñas empresas como España.

Por otro lado, es necesario que definitivamente se eliminen o reduzcan los impuestos a la creación de empleo. Las cotizaciones sociales están entorpeciendo la creación de trabajos. El coste laboral está compuesto básicamente por dos conceptos: el coste salarial y las cotizaciones sociales. Pues bien, los datos nos dicen que se han reducido los costes salariales, pero las cotizaciones sociales han crecido. Tremendo error. Las estructuras políticas podrían seguir el ejemplo de empresarios y trabajadores, apretándose el cinturón. Un crecimiento del empleo significa un aumento de la población afiliada y esto tiene un impacto positivo automático en las cuentas públicas.

Los despidos colectivos son una herramienta básica para la permanencia de muchas empresas. Resulta ridículo declarar nulos estos despidos solo por motivos de forma. Detrás de un ERE están las esperanzas de la parte de la plantilla que se mantiene por lograr el éxito de sacar adelante un proyecto. La nulidad debería estar limitada a la violación de los derechos fundamentales o a la ausencia del periodo de consulta. Acotemos las causas y evitemos a los jueces el marrón de tener que sustituir al empresario y de obligarle a evaluar su planteamiento estratégico. Eso es inseguridad jurídica, lo cual desincentiva la contratación.

La negociación colectiva, por su parte, hay que seguir fortaleciéndola, propiciando su acercamiento a la realidad de la empresa a través de los convenios provinciales, respetando siempre la prioridad aplicativa del convenio de empresa.

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