Las demandas de empleo superaron en febrero por primera vez los seis millones

La diferencia entre la cifra oficial que facilita el servicio público de empleo y la que se refleja en la letra pequeña de la estadística está estrechamente relacionada con el hecho de que el antiguo Inem excluye de las cifras oficiales a importantes colectivos. En unos casos, debido a que ya tiene un empleo. Y en otros, como consecuencia de que los demandantes reclaman condiciones laborales que el servicio de empleo considera insuficientes, pese a tratarse en muchas ocasiones de situaciones de subempleo .

En el primer caso se encuentran nada menos que 943.532 trabajadores que ya tienen una ocupación o una relación laboral (por pequeña que sea), pero que pretenden un nuevo empleo, ya sea por razones económicas o de promoción profesional.

Los servicios públicos de empleo, igualmente, excluyen de los registros oficiales a otros 266.646 ciudadanos con una disposición limitada para aceptar un puesto de trabajo, ya sea porque que quieren trabajar desde su domicilio, desde el extranjero o mediante teletrabajo o, simplemente,no quieren desplazarse. «El español, en general, no sólo es reacio a desplazarse de una ciudad a otra fuera de su autonomía, sino que le cuesta mucho desplazarse de una ciudad a otra dentro de su autonomía y los indicadores muestran que España tiene una rigidez de movilidad tal que hay negativas a desplazarse de un barrio a otro dentro de una ciudad», afirmaba recientemente José Luis Feito, presidente de la comisión de economía de la CEOE.

De la misma forma que aquellos ciudadanos que tienen reticencias de algún tipo para aceptar un empleo son excluidos de las estadísticas, el antiguo Inem deja fuera a otras 362.278 personas que no tienen un puesto de trabajo pero que, o bien realizan cursos de formación o están inscritos en el llamado Teass, epígrafe donde se incluyen a los trabajadores agrícolas que cobran un subsidio (el antiguo PER).

La depuración que se realiza de los datos oficiales de desempleo supone que, en total, 1.560.456 trabajadores están inscritos en las lista del Inem pero no aparecen como parados, lo que también puede explicar, aunque en parte, el hecho de que la diferencia entre el paro registrado y las cifras que ofrece trimestralmente la Encuesta de Población Activa (EPA) sea cada vez más importante.

Los datos que ofrecieron ambas fuentes a finales de 2011 arrojó una de las distancias más significativas en los últimos años. A finales de 2011, la EPA registró 851.241 desempleados más de los que ofrecen los servicios públicos de empleo. Se trata de una de las mayores diferencias de la serie histórica, lo que refleja las limitaciones del paro registrado para medir la evolución del mercado laboral en especial en un periodo como el actual, en el que las escasas probabilidades de encontrar un trabajo desincentivan la búsqueda de un empleo a través de las oficinas del antiguo Inem.

En nada ayuda el hecho de que los servicios públicos de empleo apenas encuentren un trabajo a los desempleados. Encontrar empleo a los parados se ha convertido en el objetivo número uno de la reforma laboral. Para ello, las agencias privadas tendrán un papel mucho más activo en la gestión de las colocaciones, una tarea en la que los servicios públicos del empleo han fracasado de forma rotunda.