Explotación de menores en Hollywood
Hace unos días, Kim Novak se compró una página en «Variety» para «denunciar una violación». Se refería al uso en «The Artist» de la magistral música que Bernard Herrmann compuso para «Vértigo». Dejando al margen el absurdo rebote de Judy/Madeleine, ha sido el alegre uso del término violación —rape — lo que ha indignado a muchos. Seguro que a Corey Feldman no le parece bien. El actor que en los 80 protagonizó «Los Goonies» o «Cuenta conmigo» acaba de decir que va a revelar en un libro los nombres de dos individuos de Hollywood que abusaron de él cuando era menor. Y no se trata de Michael Jackson (Feldman declaró en su juicio defendiéndolo). Tampoco le parecerá bien a Marilyn Manson, Oprah Winfrey, Queen Latifah, Roseanne Arnold o Rosie Pérez, todos víctimas de abusos sexuales cuando eran niños. Aunque fue antes de entrar en el mundo del espectáculo. A Feldman le pasó dentro. Igual que a Conchita Goyanes, que empezó a trabajar a los 6 años participando, entre otras, en películas de Rocío Dúrcal y Marisol. En 2006 contó su historia de abusos sexuales y maltratos.
No es la primera vez que Corey Feldman saca el tema pero sí la primera vez que anuncia nombres. Ya en 2008, en «Los dos Coreys», programa que compartía con su amigo Corey Haim, ambos confesaron los abusos sufridos. Y en agosto, en una entrevista para ABC News, Corey Feldman dio el gran titular: la pederastia es el principal problema para los niños actores. También dijo que gentuza con conexiones fue la causante de la muerte en 2010 de Corey Haim (oficialmente fue la neumonía y su drogadicción). Según Feldman, el culpable es un magnate de Hollywood.
La caja de los truenos
Parece que esa entrevista abrió «la caja de los truenos», como ha señalado Alison Arngrim, la Nellie Oleson de «La casa de la pradera», también víctima de abusos infantiles (pero dentro de su familia) y portavoz de la National Association to Protect Children, organización que protege a los niños. Lo cierto es que en los últimos meses se han sucedido las detenciones. Fox News daba cuenta del caso de Martin Weis, de 47 años, representante de niños actores procesado a principios de diciembre por abusar sexualmente de un antiguo cliente. Y en noviembre, Fernando Rivas, de 59 años y compositor de «Barrio Sésamo», fue acusado de coaccionar a un niño para exponerlo sexualmente. Otra joya, James Murphy, de 35, agente de casting en Hollywood, secuestró y abusó de un niño.
Nada de esto sorprende a Corey Feldman. Ni a Paul Petersen, de 66 años y actor de «The Donna Reed Show» entre 1958 y 1966. Paul creó en 1990 A Minor Consideration, grupo de ayuda a niños actores con gran influencia en Hollywood. Petersen dijo que cuando vio la entrevista de Feldman empezaron a pasarle por la mente nombres y caras de su pasado. Y asegura que algunos están todavía en el juego. Según Alison Arngrim, lo de los Coreys era el cotilleo de los 80 y la gente hablaba de ello como si no fuera gran cosa. «He llegado a escuchar que pasaban de mano en mano. Les dieron drogas y los usaron sexualmente». Otros expertos señalaron en la Fox que la propia naturaleza de la televisión y el cine invita a los depredadores.
Es verdad que la exposición de los niños actores hace mucho pero el abuso infantil se da en todos sitios. Solo hay que recordar los datos que la Comisión Europea dio en 2010: entre el 10 y el 20 por ciento de los niños europeos sufre abusos sexuales y solo se denuncia uno de cada cuatro casos. A las perversiones universales, en el caso de Hollywood hay que añadir la avaricia. Muchos prefieren callar a acabar con las gallinitas de huevecitos de oro.
Niños prodigio
El abuso infantil, no necesariamente sexual, ha sido una constante en los niños prodigio. Shirley Temple contó los avances de un ejecutivo cuando ella tenía once años. Y Judy Garland tuvo una espantosa niñez como esclava de la Metro (con el añadido de drogas y abortos obligados). Y Tatum O’Neal aguantó a su padre. Pero muchas ignominias han quedado debajo de la alfombra (roja).
Personaje terapéutico
La odiosa Nellie Oleson fue terapéutica para Arngrim, cuyos padres artistas la dejaban sola con su demente hermano, que abusaba de ella. La tortura empezó a los seis años y acabó antes de entrar en la serie. La cría canalizó en su interpretación la ira y el dolor. Arngrim, de 49 años, mantuvo el secreto hasta 2010, cuando lo contó en el conmovedor, bien escrito y divertido «Confessions of a Prairie Bitch: How I Survived Nellie Oleson and Learned to Love Being Hated» («Confesiones de una zorra de la pradera: cómo sobreviví a Nellie Oleson y aprendí a querer ser odiada»). «Adoro a Nellie. Me sacó de mi casa, me ayudó y me protegió como nadie. Y eso que tener 11 o 12 años y que la gente te llame todos los días zorra en tu cara es muy extraño. Pero me di cuenta de que era un cumplido».
Corey Feldman no tuvo tanta suerte. Y Kim Novak quizá debería cuidar su léxico.
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