NORTE DE ÁFRICA
La «primavera árabe» no devuelve el dinero de los sátrapas al pueblo
El ímpetu por derribar dictadores no parece trasladarse a la asignatura pendiente de rastrear y recuperar las fortunas acumuladas en décadas de cleptocracia

Seguir la pista del dinero se está convirtiendo en una tarea tan urgente como laberíntica para los países que durante los siete meses de «primavera árabe» han derrocado a sus respectivos sátrapas. Aunque el ímpetu por derribar dictadores no parece trasladarse a la asignatura pendiente de rastrear y recuperar las fortunas acumuladas en décadas de cleptocracia.
Pese a la presión popular para que se restituyan las fortunas, las experiencias de Túnez y Egipto ilustran la dificultad a la hora de recobrar millones bloqueados en Europa. En Suiza, según el «Wall Street Journal», el proceso es tan complicado que el propio Gobierno helvético —para amortiguar su imagen de paraíso fiscal para criminales— explica su sistema de reclamaciones a los países árabes que llaman a su puerta buscando justicia financiera.
Con todo, lo esencial en las operaciones de recuperación de capitales es la paciencia y la meticulosidad. En Túnez, el depuesto presidente Ben Alí —refugiado en Arabia Saudí— ya ha sido condenado en tres juicios diferentes por malversación de fondos y corrupción, pero quedan pendientes numerosas acusaciones adicionales. En Egipto, el procesamiento contra Hosni Mubarak y sus dos hijos acaba de empezar.
En Libia, la prioridad es recuperar los miles de millones de dólares bloqueados al régimen de Gadafi por la intervención de Naciones Unidas. Un proceso que requiere una nueva resolución del Consejo de Seguridad, con la aquiescencia de miembros permanentes como China y Rusia, que no han ocultado su oposición al uso de la fuerza por parte de la OTAN.
En EE.UU. se encuentran 37.000 millones de dólares que los rebeldes quieren recuperar. La Administración Obama ya ha solicitado a la ONU permiso para desembolsar 1.500 millones para cubrir necesidades humanitarias. Pero descongelar el dinero robado que Gadafi escondió en Europa llevará más tiempo : las nuevas autoridades libias tendrán que demostrar ante la UE el origen delictivo de ese patrimonio.
Los nuevos gobiernos de Túnez y Egipto también deben demostrar a las autoridades suizas que los capitales que reclaman son fruto de la corrupción. Pero hacerlo con cada cuenta numerada es un rompecabezas que requiere documentación repartida entre múltiples países y disimulada con ayuda de empresas fantasma e identidades falsas.
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