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Ahora, a 120

El balance de aquella ocurrencia del Ministerio del Interior ha sido francamente negativo. No se puede legislar para salir del paso ni improvisar medidas que no hayan sido objeto de una reflexión suficiente

EN pleno desbarajuste general, el Ejecutivo ha conseguido estropear también la imagen parcialmente positiva de la política desarrollada en los últimos años en materia de tráfico y seguridad vial. El Consejo de Ministros decidió ayer elevar de nuevo el límite máximo de velocidad en autopistas ... y autovías a 120 kilómetros por hora. Según el vicepresidente, ministro del Interior y portavoz (además de candidato), la medida «transitoria» ha permitido ahorrar 450 millones de euros al compensar la subida coyuntural del precio del petróleo, ahora a la baja. Sin embargo, este supuesto ahorro resulta muy discutible. Para empezar, toda ocurrencia tiene su precio, ya que las pegatinas costaron en su día 230.000 euros. Además, Hacienda ha perdido dinero por el descenso en el consumo de carburante. Los automovilistas denuncian el estrés que produce conducir más pendientes del velocímetro que de las incidencias en la carretera. Mucha gente ha preferido buscar medios de transporte alternativos a causa de la evidencia de los retrasos en los desplazamientos de media y larga distancia. En fin, la seguridad en las carreteras no ha mejorado y, por el contrario, han crecido las multas por descuido en el cumplimiento de una norma tan restrictiva.

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