El principio del éxito

Cincuenta años después de aquel 27 de mayo de 1961, fecha para siempre porque gané mi primer Roland Garros, vuelve a disputarse una final con presencia española, un motivo de alegría y orgullo personal. De un modo u otro, hace medio siglo empezó lo que es el tenis de ahora en España. Entonces, ganar en París no significaba nada porque no sabían si la pelota era redonda o cuadrada, era un deporte minoritario, pero yo sí era consciente de lo que había conseguido. Fue el primer paso para que en 1964, cuando volví a triunfar aquí, la gente descubriera este magnífico torneo. El tenis caló y los españoles, algunos, dejaron el fútbol y cogieron la raqueta. Bien que nos ha ido con 16 títulos en Roland Garros.

Un tal Santana empezó a ganar partidos y la gente se sumó a un deporte tan bonito como es el tenis. Fue, la de 1961, una final preciosa que gané en cinco mangas a mi amigo Nicola Pietrangeli, que era también mi ídolo. Parecía que había perdido yo la final porque me eché a sus brazos y me puse a llorar como un niño.

Me siento muy orgulloso de haber sido una especie de pionero. Después de mi éxito han venido muchísimos éxitos, muchos nombres para recordar, hasta el fenómeno de Rafa Nadal, que ya ha agotado todas las palabras.

El torneo ha cambiado, como es lógico, pero lo que no ha variado casi nada es la pista central. La veo igual y me veo jugando en ella, me veo corriendo, haciendo dejadas y tirando globos. Como Nadal esta tarde.

Manuel Santana fue el primer español, hace 50 años, en ganar Roland Garros