El ictus de Silvia Abascal, una malformación imprevisible
La actriz se recupera de la cirugía. Las secuelas dependerán de la zona de la lesión

Un dolor de cabeza intenso, como nunca antes había sentido, fue el primer aviso de que la actriz Silvia Abascal, de 32 años, estaba sufriendo una hemorragia cerebral. Los accidentes cerebrovasculares también llamados ictus tienen como principales víctimas a las personas que alcanzan la séptima década de la vida y tienen la tensión elevada, colesterol o arterioesclerosis. Son poco frecuentes en personas jóvenes, salvo cuando el origen es un malformación de nacimiento, como le ha sucedido a la joven actriz. Abascal se recupera en el Hospital Gregorio Marañón de la hemorragia que sufrió el pasado 2 de abril, «está consciente y se comunica con normalidad».
En el hospital madrileño le han intervenido para reparar esta anomalía. Probablemente, la hemorragia se produjo por una malformación arteriovenosa que provocó la rotura de un vaso sanguíneo en una situación de mayor fragilidad, pero hay numerosas anomalías que podrían justificar lo que le ocurrió.
Lo que tienen en común es que ninguna de estas malformaciones dan la cara hasta que se produce el accidente cerebrovascular. «La mayoría se detectan de forma casual cuando el paciente se somete a una resonancia magnética por otra causa», señala Rafael Arroyo, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Quirón de Madrid. Con pruebas de imagen se pueden detectar, pero son tan poco frecuentes «que no está justificado hacerse una resonancia».
El ciclista Alberto Contador también fue operado de una malformación vascular en el cerebro, un cavernoma del que se recuperó sin problemas. Como Abascal, Contador no había tenido nunca la sospecha de que pudiera estar enfermo. Abascal también podría recuperarse sin secuelas, «aunque todo dependerá de la extensión de la hemorragia y de su localización», apunta Eduardo Martínez Vila, director de Neurología de la Clínica de la Universidad de Navarra. No es lo mismo que el daño se produzca en la zona del cerebro que se encarga del lenguaje que en una zona con menor funcionalidad.
El tiempo de reacción es clave en las oportunidades de recuperación. Hay seis señales de aviso y casi todas son tan llamativas que conducen al hospital: pérdida de consciencia, de fuerza y sensibilidad en medio cuerpo, dificultad para hablar y dolor de cabeza intenso. «Pero no cualquier dolor. La sensación es tan diferente a una jaqueca convencional que es fácil que los afectados acudan a un hospital», indica Martínez-Vila.
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