Suscribete a
ABC Premium

Los retos de Rouco

El cardenal deja atrás un trienio de logros al frente del Episcopado, pero el desafío sigue allí: el retroceso de la fe

VÍCTOR LERENA

LAURA DANIELE

El cardenal Rouco Varela se enfrenta a su último mandato al frente de la Conferencia Episcopal. Deja atrás tres años de importantes logros: la elección de Madrid como sede para la próxima Jornada Mundial de la Juventud, la normalización de las relaciones con el Gobierno y la consolidación del nuevo modelo de financiación que, desde su entrada en vigor ha visto aumentar año tras año el número de declaraciones en favor de la Iglesia, nada menos que 800.000.

La crisis ha hecho que la sociedad vuelva sus ojos sobre la Iglesia, por su labor a pie de calle o de apoyo a la familia. Sin embargo, en la última reunión plenaria de los obispos, el cardenal llamó la atención sobre una cuestión central: «Jesús sigue siendo hoy muy poco conocido». No lo decía por acentuar el pesimismo en una sociedad cada vez menos cristiana. En sus palabras está el reto actual de la Iglesia: reforzar el anuncio del Evangelio a los que están alejados (nueva evangelización), salir al encuentro de los no creyentes y dialogar con la cultura.

Descristianización

«Un hombre culto, un europeo de nuestros días, ¿puede creer, en la divinidad del Hijo de Dios, Jesucristo?». Esta frase de Dostoievski plantea el problema al que se enfrenta hoy la Iglesia incluso en los países de gran tradición cristiana como España. La planteó Julián Carrón, presidente de Comunión y Liberación, en el pasado Congreso de Católicos y Vida Pública y la repitió hace unos días el cardenal Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, en un encuentro con los delegados diocesanos de medios en la Conferencia Episcopal.

El Episcopado es consciente del acelerado proceso de descristianización que se vive en todos los ámbitos sociales, desde la política hasta la escuela, pero especialmente en la familia, que en medio de las prisas cotidianas ha ido reduciendo su protagonismo en la vida de la Iglesia hasta dejarlo reducido a la participación en algún que otro Sacramento por pura costumbre social y sin implicación en su fe.

El propio arzobispo de Madrid lleva tiempo insistiendo en el tema. En la última Asamblea Plenaria aseguró: «Después de dos mil años de evangelización, la Iglesia se encuentra hoy con que Jesucristo sigue siendo muy poco conocido y poco amado. Algunos, los países de vieja cristiandad, secundando ciertos movimientos de apostasía implícita o explícita, se han alejado de la fe. Todos comparten hoy la situación de incertidumbre. Sin embargo, la Iglesia no tiene otra cosa que ofrecer a los jóvenes y a todos los hombres de hoy sino a Jesucristo».

A la espera de que los obispos hagan público su Plan Pastoral para el próximo quinquenio, en el que incidirán sobre esta cuestión, el cardenal Fisichella adelantaba algunas propuestas. Para este sacerdote, designado por el Papa para emprender el camino de la Nueva Evangelización, la clave está en la coherencia del testimonio, el anuncio del Evangelio, la acción litúrgica y la caridad. «Tenemos una gran necesidad de que el hombre, a través de una fe vivida con coherencia, haga a Dios creíble en el mundo. Los nuevos lenguajes que la tecnología pone a disposición del hombre también son importantes, pero lo fundamental es saber explicar por qué somos creyentes. Para ello, no hay otro camino que mejorar la formación de los sacerdotes y de los propios laicos».

El desafío sigue allí y es una de las preocupaciones del Papa, que admitió públicamente que también pensó en España cuando decidió poner en marcha el dicasterio que dirige Fisichella. En medio de la incertidumbre ante los resultados de esta empresa, Benedicto XVI es optimista. «El cristianismo está desplegando una creatividad nueva —asegura en el libro «Luz del Mundo»—. Tal vez el cristianismo asume otro rostro, también otra figura cultural. No tiene en sus manos el puesto de comando en la opinión pública del mundo: son otros lo que allí gobiernan. Pero es la fuerza vital sin la cual las demás cosas no seguirían en pie. A través de todo lo que puedo ver y experimentar soy muy optimista en cuanto a que el cristianismo se encuentra ante un nuevo dinamismo».

Crisis de vocaciones

La secularización social, el descenso de la natalidad, el entorno hostil que existe en nuestro país a todo lo religioso también se hace notar en el campo de las vocaciones. Hoy el sacerdocio se ha convertido en un «ministerio con plazas disponibles», aseguraba un miembro de la Comisión Episcopal de Seminarios. En el curso 2010-11, el número de seminaristas que ingresaron cayó un 18% con respecto al anterior. Pese al mal dato, en los últimos tres años la cifra de aspirantes que se forman en los seminarios ha permanecido estable, oscilando entre los 1.265 y los 1.221. Eso sí, muy alejado de los casi 2.000 que hubo en el curso 1990-91. La Iglesia considera que estas cifras son equiparables a la tendencia que se produce hoy, por ejemplo, en el número de jóvenes o alumnos universitarios. Según el INE, la población entre 15 y 24 años era de 6.576.935 en 1991, pero hoy se ha reducido a los 4.662.219.

La familia pierde terreno

Pese al gran número de variables que intervienen en la crisis de vocaciones, el ambiente familiar poco propicio tiene gran parte de la responsabilidad. Pero la familia pierde terreno en muchos campos, sobre todo en la educación de los hijos por la progresiva intromisión del Estado.

Para el cardenalla falta de libertad de elección del centro, la incorporación de asignaturas como Educación para la Ciudadanía y la regulación jurídica de la clase de de Religión conforman un panorama preocupante, al que propone hacer frente reforzando la sinergia entre la parroquia, la familia y la educación. «De dicha sinergia depende en buena medida el fruto de la acción evangelizadora de la Iglesia en beneficio de los más jóvenes y de toda la sociedad».

Atrio de los gentiles

Así se llamaba el patio que circundaba el templo de Jerusalén. Un espacio abierto al que podían acceder los «gentiles», es decir, aquellos pueblos distintos de Israel y que luego pasaron a ser los pueblos que no conocían el cristianismo. Para el Papa hoy son todos aquellos que sienten que la irreligiosidad de su tiempo no les ha liberado. El próximo 25 de marzo tendrá lugar en París un «Atrio de los Gentiles». Actividades culturales, mesas redondas y conferencias para favorecer el intercambio y el encuentro entre creyentes y no creyentes. En España la Asociación Católica de Propagandistas ha estudiado la idea y es posible que propicie un espacio similar en su Congreso Católicos y Vida Pública.

Diálogo con la cultura

«Hubo un tiempo en que la cultura era impensable sin la fe que la inspiraba», apunta el teólogo y profesor en la Universidad Pontificia de Comillas, Luis González-Carvajal. Hoy la realidad es bien distinta a pesar de los importantes pasos que se han dado desde el Concilio Vaticano II. En España, la reciente consagración de la Sagrada Familia de Gaudí —esos días todos los medios se volcaron con la noticia— tiene que convertirse en el acicate para no dar la batalla por perdida.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación