Suscribete a
ABC Premium

Las mil caras de Europa

«Europa ha engendrado una galería cambiante de monstruos. Pero también ha dado a luz gentes que no han caído en las garras de esos monstruos, que no han sucumbido a las tinieblas y han seguido leales a los valores del humanismo y a los avances de la razón»

POR FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR

A la orilla izquierda del Congo, en la terraza de una casita de Matadi, dos hombres dialogan en medio del silencio de una noche estrellada, ante los destellos malévolos del ancho, ocre y fabuloso río africano que se desliza hacia el Atlántico. El primero es ... un joven capitán de la marina mercante británica, un hombre de pequeña estatura, modales nerviosos y aristocráticos, cabellos negros y ojos del mismo color. Habla un inglés aprendido, con impecable corrección, pero con un chirriante acento eslavo que, en ocasiones, lo hace incomprensible. Disgustado y enfermo, sólo sueña con regresar cuanto antes a Londres. El interlocutor de este quebrantado lobo de mar es un afable y corpulento joven irlandés, uno de los empleados de la Compañía de Ferrocarriles del Congo , un peón más del intrincado y codicioso proyecto empresarial del rey Leopoldo II de Bélgica. Tras una larga pausa en la conversación, el primero mira fijamente al río, «una corriente vacía, un gran silencio, una selva impenetrable», y con voz ronca, lúgubre, como sobrecogido por la visión de un infierno parecido al pintado por El Bosco, dice:

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia