LA LUPA
El peaje de Vázquez
El último despropósito de la marioneta de Blanco en Galicia ha sido su apasionado respaldo al decreto del carbón
alfredo aycart
DESACREDITADO en sus propias filas por la manifiesta insolidaridad evidenciada con el escandaloso impago en la reforma aparentemente irregular de su lujosa vivienda, pero deudor de un José Blanco que le mantiene como testaferro en la secretaría general de los socialistas gallegos, Manuel «Pachi» Vázquez ... paga con regularidad el peaje de su debilidad con encendidas defensas de las decisiones del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, sean cuales fueren sus consecuencias para el tejido económico y laboral de la Comunidad.
El último despropósito de la marioneta de Blanco en la dirección regional del PSOE ha sido su apasionado respaldo al decreto del carbón, pese a que suma a sus tenebrosas consecuencias ecológicas —prima la utilización de material altamente contaminante— la previsible destrucción masiva de empleos entre los trabajadores de las centrales de Meirama y As Pontes, que deberán afrontar una competencia desigual.
Ni el rechazo de los trabajadores afectados, ni el malestar de las centrales sindicales —por una vez, y sin que sirva de precedente, estando donde tienen que estar— ni la oposición tajante de sus socios nacionalistas han torcido la firme voluntad lisonjera del delegado, que, quizás excediéndose en su papel, defendió las positivas consecuencias de la medida para las cuencas mineras de Asturias y León, la tierra que José Luis Rodríguez Zapatero gusta de presentar como natal, en un quiebro a su propia biografía.
Paga así Manuel «Pachi» Vázquez el precio de mantenerse en la mesa presidencial en los mítines domingueros con que Blanco regala los oídos de la hinchada, mientras se permite el lujo de reprochar a Alberto Núñez Feijóo medidas que no ha adoptado ni siquiera en su imaginación, como la improbable prórroga de los presupuestos de la Comunidad que criticó con exagerada contundencia, quizás para ocultar lo inapropiado de la denuncia, inmediatamente desmentida por el Gobierno gallego.
El problema del secretario general del PSOE gallego es que cada vez que yerra en sus comentarios, con cada una de sus desairadas rectificaciones y bruscos cambios de estategia, cada día que mantiene su silencio sobre las tasas municipales que aparentemente le correspondería abonar —como hacen el resto de los ciudadanos que carecen de sus privilegios—, crece la añoranza por el regreso del actual embajador en Roma, Francisco Vázquez, a quien sus correligionarios sí ven como una figura capaz de plantar cara a los desmanes del zapaterismo.
Lamentablemente, mientras se descalifica con su servil complacencia, el dirigente socialista pierde la oportunidad de desarrollar una oposición sensata hacia un Gobierno que presenta flancos débiles en su gestión. Por más trabas que ponga Zapatero, y aunque «Pachi» Vázquez sea incapaz de subrayarlo, la Xunta debería superar los inconvenientes para trazar una política económica capaz de mejorar las expectativas ante la crisis. El incremento del paro revela insuficiencias que avivan el nerviosismo de un cuerpo electoral que espera con impaciencia el cumplimiento del compromiso de reducción del IRPF.
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